Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
Atrapada en su propio laberinto de pretextos tras la humillante derrota del 6 de junio, Claudia Rivera y su equipo de trabajo han decidido desperdiciar los últimos cuatro meses que le quedan a su gestión y ya no hacer nada por la ciudad de Puebla.
Luego de la catástrofe en la que terminó convertida su obsesiva aventura por la reelección como alcaldesa de la Angelópolis, Rivera Vivanco ya bajó la cortina de su gobierno municipal y pasará los últimos días sin mover un dedo.
Ver pasar los días sumida en su sillón es la nueva misión.
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A la edil, quien de manera increíble fue votada por más de 170 mil capitalinos en los comicios recién concluidos, ya no le importa componer un poco del caos que le heredará a Eduardo Rivera en la recta final de su administración.
La repudiada Claudia Rivera y el resto de su gabinete ya asumieron la postura de “que lo solucione el que viene”.
Aunque las crisis de ambulantaje, económica y de gobernabilidad en la ciudad de Puebla fueron provocadas por el gobierno claudista, la alcaldesa y sus secretarios ya no les interesa corregir un poco del mucho daño que le hicieron a la capital del estado.
De ese tamaño es el cinismo de Rivera Vivanco y su marginal grupo de colaboradores.
Y es que, Claudia sigue obsesionada con su guerra en contra de los medios de comunicación, que, a su decir, fueron los principales responsables de la derrota del primer domingo de junio, en lugar de asumir ya sus culpas y el aborrecimiento que los poblanos sienten hacia su persona.
Ni el alud de 120 mil votos de diferencia con Rivera Pérez le han abierto los ojos a la nacida en el Barrio de San Miguelito.
A través de sus voceros y focas aplaudidoras, la repudiada Claudia Rivera insiste en que la cobertura mediática inclinó la balanza en la elección intermedia pasada y las notas negativas hacia su persona fueron el fiel que determinó su derrota en las urnas.
En lugar de ponerse a trabajar y aprovechar el poco tiempo que le queda como presidenta municipal, la edil morenista sigue empecinada en demostrar que fue víctima de género por la prensa, esa que no solapó sus actos de corrupción ni escándalos sexuales de sus colaboradores ni el nepotismo con el que se manejó el Ayuntamiento de Puebla.
La nueva obsesión por purificar a la prensa, que le resulta incómoda, no es más que otra estrategia de Rivera Vivanco para evadir la realidad.
En lo que la alcaldesa debería gastar su energía es en analizar la estrategia de comunicación que le diseñó su coordinadora Magaly Herrera, quien apostó por corromper con unos míseros pesos a los medios “independientes” que en su visión tenían cierto prestigio al no formar parte de los convenios con el gobierno del estado.
Esta prensa, además de holgazana y mediocre, resultó un fracaso en la cobertura de las campañas electorales y no fueron contrapeso en contra de los medios que documentamos todos los escándalos del gobierno claudista y que nuestros reporteros tuvieron que sufrir agresiones físicas, asedios y hostigamiento por parte del equipo de la candidata fallida de Morena.
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El fracaso de Claudia es el fracaso también de sus medios que sí vendieron sus contenidos y lealtades como así lo solicitó la vocería de Rivera Vivanco.
Que el público y los lectores sean los que castiguen las líneas editoriales de tal o cual periódico o portal digital de noticias y no la alcaldesa de Puebla.
Claudia Rivera prefiere asumirse como una paria que deambula por el Charlie Hall en los últimos días de su gestión que mostrarse como una alcaldesa con autocrítica y receptiva a los mensajes claros de sus gobernantes, quienes le demostraron en las boletas que sí fue la peor presidenta municipal en la historia de Puebla capital y que su administración también fue la peor del país.
Fue una realidad comprobada y no el resultado de encuestas sesgadas y racista, como en su momento se atrevió a calificarlas su vocera, Magaly Herrera.
Las declaraciones vertidas por Catalina Pérez Osorio, secretaria de Gobernación Municipal, en el sentido de que “sí tenían un plan de reordenamiento del ambulantaje, pero que ya no lo van a aplicar” a la espera de que Lalo Rivera solucioné la crisis de vendedores informales, porque fue una propuesta de campaña, no es más que el cinismo y la simulación que caracteriza al actual gobierno municipal.
No solo eso, el secretario de Infraestructura José Israel Román, también ya se sumó a esta postura de “ya no es mi problema” al estar más preocupado por los chicles que han retirado de las calles que en componer las calles de Puebla que están llenas de baches por la temporada de las lluvias.
A Claudia Rivera y a sus limitados secretarios se les olvida que hasta el último día de su administración les vamos a pagar sus onerosos sueldos con nuestros impuestos y por eso mismo queremos que desquiten sus salarios.
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Tan fácil como renunciar si ya no quieren cumplir con sus obligaciones, señora Claudia Rivera.
Aún tiene cuatro meses para demostrar que no es lo peor que le pasó a la Angelópolis.
Ya no le haga más daño a Puebla con sus odios y obsesiones.