Nadie puede negar que, muy a su estilo y sus formas, el gobernador Miguel Barbosa es el dueño de la agenda política y mediática en Puebla.
No existe ningún hombre o mujer de poder en la aldea capaz de colocar un tema o una declaración en boca de todos, hacerse viral en redes sociales y ser la noticia más polémica del día como el mandatario poblano.
En la entrevista a tres voces que Barbosa Huerta le concedió a este reportero y a los periodistas Ignacio Juárez y Álvaro Ramírez, el propio gobernador se reconoció como un personaje altamente polémico y sui generis en el círculo rojo, tan acostumbrado a las formas hipócritas y las apariencias banales.
El gobernador Barbosa lo mismo le mienta la madre a sus odiadores, que regaña a su gabinete durante las transmisiones en vivo de sus mañaneras, que les dicta las notas a los reporteros, o se avientan chistes o palomazos.
Ninguna declaración o frase del morenista pasa desapercibida.
Ahí está el claro ejemplo del rompimiento público con el diputado federal Gerardo Fernández Noroña, a quien, con su lenguaje y códigos personales, dio por terminada su amistad y sus vínculos políticos de más de tres décadas.
Así como Andrés Manuel López Obrador es un genio de la comunicación política al instaurar palabras y refranes en el lenguaje coloquial y cotidiano de los mexicanos, Miguel Barbosa ha entendido a la perfección este modelo de interactuar con sus gobernados y le ha sacado todo el partido disponible.
No por nada, el mandatario es una de las voces que más buscan los medios nacionales para opinar de los temas coyunturales en México.
Están muy equivocados quienes piensen que Barbosa Huerta no planea sus declaraciones ni estudia a fondo cada uno de los temas actuales y los escenarios que a diario cambian en el tablero geopolítico de Puebla.
Todos son movimientos calculados.
Tras meses en los que solo se habló de los aspirantes para abanderar a Morena en Puebla en los comicios del 2024, el gobernador Barbosa, tras el encuentro que encabezó Marko Cortés el fin de semana con la militancia panista y en el que le dio el banderazo de salida a Eduardo Rivera para recorrer el estado en la búsqueda de la candidatura al gobierno, subió al ring político a Acción Nacional y a su único proyecto serio y fuerte para recuperar el Ejecutivo local.
Y es que, Miguel Barbosa en menos de 10 minutos logró calentar su sucesión.
El gobernador prendió el cerillo y lo arrojó a la hoguera para que el 2024 al fin tenga un poco calor.
Lo que no lograron los Nacho Mier, los Alejandro Armenta o las Genoveva Huerta, Miguel Barbosa lo consiguió con cinco frases.
Frases que, dicho sea de paso, calaron hondo en el corazón panista.
Duro en sus dichos y palabras, Barbosa ya puso en una abierta confrontación a Acción Nacional y al Movimiento Regeneración Nacional.
Finalmente, la oposición enseñó las uñas y Morena olió la sangre.
La guerra de declaraciones de este lunes en las que participaron casi todos los peces gordos y las vacas sagradas de uno y otro partido es solo un ensayo de lo que sucederá en la elección concurrente del 2024, en la que estarán en juego todos los cargos políticos disponibles a nivel federal, estatal y local.
Todo está en juego.
Y bien dicen que en el amor y en la guerra todo se vale.
Entre el panismo y el lopezobradorismo hay poco amor y muchas ganas de guerra.
Quien se espante de las palabras de Miguel Barbosa que mejor ponga a prueba sus sentimientos frágiles de una vez, porque lo que viene se pondrá aún más hostil y bélico.
No es para menos.
Está en juego la continuidad de un proyecto de izquierda, el primero en Puebla, o que el estado, también por primera vez, sea gobernador por la derecha pura, no como la del siniestro Rafael Moreno Valle, quien jamás olvidó la filosofía priista en la que fue criado.
Aunque la sucesión aún es muy lejana, el 2024 ya se calentó.
Veremos si Morena o PAN pueden con las llamaradas.
Y ya saben lo que se dice en política: quien no se quiera quemar, que no entre a la cocina.
Bajo advertencia no hay engaño.