Quién en su plena consciencia, se levanta una mañana instalando en su mente un plan largamente acariciado para matar, ejecutar, liquidar y aniquilar.
Quién en su pleno juicio, trama, una emboscada a una mujer, -que no es cualquier- fue compañera, amiga, madre, para arrebatarle la vida.
Quién en sus cinco sentidos ordena, detalla, planea y decide la muerte.
Javier López Zavala, político poblano que tocó el poder, hoy en su contra las voces de todos lados piden se le aplique, de la ley, todo el poder.
Aquel personaje que en el marinismo fue el hombre poderoso.
Aquel hombre que fue diputado local, federal, secretario de gobernación, candidato del PRI al gobierno del estado, vamos el todo poderoso y a flote, se puede hundir en sus miasmas en cualquiera de las cárceles poblanas.
Aquel hombre que se quedó a seis puntos porcentuales en el 2010 para encabezar las riendas de la entidad poblana, hoy, su reloj marca lentamente su camino a una presumible sentencia definitiva.
Zavala está a días para conocer su futuro inmediato, aunque el resultado se intuye en caso de concretarse todo lo investigado por la. Fiscalía General del Estado.
A Zavala no se le puede criticar por el político que fue, eso ya lo pagó. Subió y tocó el cielo del poder con sus manos.
A Zavala ahora le toca responder por lo que se presume se le acusa.
Quizá, más tarde que temprano, llegará a tocar, sin ningún interés -lo escribo- tras su acto de material intelectual, el infierno con sus pies.
Un pequeño se quedó de tajo, tras seis balas impactadas, sin volver a ver a su madre y conociendo algún día, que se la arrebató su padre.
Al político las seis balas, costaron su libertad, cortaron su futuro y aniquiló por completo, su nuevo hogar, familia y vida que construía.
A la activista, abogada y política, Cecilia Monzón, se le escapó la vida, por los agujeros de seis balas.
Seis balas.