Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
Uno de los mayores anhelos de los servidores públicos, sea cual sea el cargo que ostenten, es que al terminar su gestión puedan salir a las calles, en compañía de su familia, sin la necesidad de ocultarse o tener que salir corriendo ante los reclamos de los ciudadanos.
Bien dicen que son muy pocos los políticos, quienes en algún momento ocuparon las principales sillas del poder en Puebla, que pueden ir a comer a un restaurante, pasearse por las calles del Centro Histórico o ir de compras a alguna plaza sin que sean ofendidos o reciban alguna mentada de madre de los poblanos.
De primera instancia solo puedo pensar en dos: Don Melquiades Morales y Don Guillermo Pacheco Pulido.
Ver: El barco de Claudia Rivera se hundió al tercer día
Repasemos un poco lo que ha sucedido con los principales hombres y mujeres del círculo rojo en la aldea.
Mario Marín, desde que el escándalo de Lydia Cacho le estalló en la cara, dejó de salir a las calles, pues lugar en el que se paraba, lugar en el que era abucheada y repudiado por la sociedad de manera violenta y merecida. Antes de morir, Rafael Moreno Valle ya no asistía a lugares públicos, pues el tufo de corrupción y su sello dictatorial mermaron, de manera considerable su imagen.
Lo mismo sucedió con Tony Gali a pesar de todo el carisma y la simpatía con la que llegó en el 2013 al Charlie Hall y tres años más tarde a Casa Puebla.
De los últimos alcaldes de la Angelópolis solo Blanca Alcalá ha mantenido una imagen medianamente bien recibida en la capital, aunque la mayoría del tiempo se la pasa en la Ciudad de México.
Mejor ni hablar de los impresentables Luis Paredes, Enrique “El Sultán” Doger y Luis Banck.
Hoy somos testigos de algo inédito.
Y es que, Claudia Rivera adelantó su calvario sólo por la obsesión de buscar una reelección que era, y es, imposible por un gobierno inconcluso que se caracterizó por la incapacidad, inexperiencia, corrupción, nepotismo, opacidad y desvío de recursos públicos nunca antes visto en el Palacio del Ayuntamiento de Puebla.
La candidata impuesta de Morena al gobierno municipal capitalino está viviendo en la actual campaña un preludio de lo que será su vida una vez que dejé la silla presidencial de la Angelópolis el próximo 30 de septiembre.
Rivera Vivanco no tendrá un solo minuto de paz como pago a todas las atrocidades que cometió a su paso por la Comuna poblana.
Los poblanos, desde hace mucho, dejaron de ser electores desmemoriados o de los que no razonan su voto y aunque la edil con licencia intentó corregir el rumbo los últimos tres meses de su gestión inconclusa jamás se pudo quitar la etiqueta de inepta e incapaz, como así lo demuestran diferentes estudios que evaluaron a su administración y que la colocaron por mucho tiempo como la peor alcaldesa de México.
Ahora ya no solo es el repudio que la candidata de Morena está sintiendo en las calles en donde no puede dar un paso sin que sea increpada por los ciudadanos que ven en Claudia Rivera a una mujer manchada por los escándalos de una gestión corrupta y que solo favoreció a su familia, a sus amigos y a su pareja sentimental; también las Cámaras Empresariales le están cobrando caro la incompetencia de su administración.
Ver: Claudia Rivera y su caótico primer día de campaña (Lo que mal inicia, mal termina)
Lo que sucedió el mediodía de este martes durante el encuentro “X Puebla Quiero” con el CCE, la Coparmex, el Colegio de Empresarios y otras de las principales agrupaciones de la Iniciativa Privada ya fue bochornoso.
Ni perdón ni olvido ni segundas oportunidades.
Lo que la abanderada de Morena en la Angelópolis olvidó es que no es lo mismo ir a campaña como un partido de oposición que ser gobierno.
Ni los positivos de Andrés Manuel López Obrador pudieron salvar el desastre en el que se ha convertido la campaña de Rivera Vivanco.
Si Liza Aceves le tiene un poco de estima a Claudia Rivera sería mejor que ya tire la toalla a falta de 21 días para la elección del 6 de junio y que evite que la imagen de la repudiada candidata siga siendo mella del electorado.
Más vale tirar la toalla a tiempo, como lo hizo el coach de Billy Joe Sanders al notar la paliza que le estaba propinando Saúl “El Canelo” Álvarez durante la pelea del 5 de mayo, que provocar una tragedia peor.
Que Rivera Vivanco decline y llame al voto útil por Roberto Ruiz Esparza, del Verde Ecologista; o por Édgar Yitani, de Movimiento Ciudadano.
Una salida digna para la candidata más repudiada en la Angelópolis.
Así como pintan las cosas, Rivera Vivanco deberá buscar otro estado para vivir, porque si así le está yendo como candidata cómo será cuando deje el Charlie Hall el último minuto del 30 de septiembre y sea otra vez una ciudadana común y corriente sin ninguna investidura.
¿O usted es de los que cree que Claudia podrá irse a tomar un café al zócalo sin que tenga que salir por peteneras como lo está haciendo hoy?
Ver: La falsa austeridad de Claudia Rivera y sus Ventos
Señora Liza Aceves, tire ya la toalla y evite que sigan vapuleando a Claudia Rivera
O algo mejor: #ClauQuédateEnCasa.
Y aún falta 21 largos días de campaña.
Llegó la hora de cosechar lo sembrado.