Sergio Salomón: derecho de voz, voto y veto
Fue el 6 de septiembre cuando Ignacio Mier condenó su destino.
Arturo Islas, porril activista animal, convocó a una marcha –sin ton ni son– en la Angelópolis y secuestró la principal arteria de Puebla, la Vía Atlixcayotl, que conecta al centro de la ciudad con la zona sur de esta, para realizar una especie de juicio ciudadano frente a la sede del gobierno del estado en contra del gobernador Sergio Salomón Céspedes.
El maltrato animal de dos hechos lamentables en Puebla fue solo el pretexto con el que Nacho Mier intentó desestabilizar una vez al gobierno del estado, pero ahora a través de Arturo Islas, un seudo defensor de los derechos de los animales, pero que en realidad fue solo un instrumento de golpeteo que terminó dibujado de pies a cabeza como lo que es: un simple porro.
La gota que derramó el vaso fue el amago del esbirro de Mier de ir a la casa de Céspedes Peregrina en la que vive con su familia a manifestarse.
“No les voy a dejar pasar una, todos tendrán contestación. Si tenemos responsabilidad la asumimos, pero no voy a permitir que se utilice al gobierno del estado como herramienta política (…) Querían ir a mi casa donde están mis hijas, mi esposa, mi familia, mis vecinos, que por su puesto debe vivir en paz. Insisto no somos así los poblanos, arreglemos las cosas respetando el espacio de los demás”, fueron las palabras con las que Sergio Salomón advirtió que su poder como jefe político del estado daría muestras de ello.
No pasaron ni veinte días del desmadre que Arturo Islas armó en la Atlixcayotl cuando ya estaba de vuelta en Puebla para participar como invitado especial de un mitin de Ignacio Mier.
Sin ningún pudor y como una afrenta pública y directa, Nacho presumió el encuentro en sus redes sociales.
Mier Velazco jamás supo interpretar las señales y, por el contrario, su soberbia lo cegó.
El expresidente estatal del PRI confundió la caballerosidad y la conciliación propuesta del mandatario poblano como signos de debilidad para aprovecharlos a su favor.
Nacho, presa de su propias limitaciones, no pudo leer los nuevos tiempos políticos en la entidad.
Aunque muchos aseguraron que el papel de Sergio Salomón Céspedes en el proceso interno de Morena, que ungió como candidato a Alejandro Armenta, sería anecdótico, la realidad una vez más golpeó como un tren bala a los Morenachos.
Y es que, Sergio Salomón fue el gran cabildero que operó gran parte de la designación de Alejandro Armenta como el futuro abanderado de Morena en Puebla para los comicios del próximo año.
En una ruta de dos carriles, Armenta Mier su supo ganar la confianza y el respaldo de Claudia Sheinbaum y de su primer círculo; mientras que, en el segundo, en el que avanzaba el gobernador poblano, se tejía fino en Palacio Nacional y la dirigencia nacional de Morena.
Céspedes demostró y comprobó una vez más sus grandes cualidades de cabildero y de un negociador político de grandes alturas en el país.
(La primera vez que Sergio demostró sus inagotables habilidades en la negociación política fue cuando logró los concesos necesarios para ser elegido coo el gobernador sustituto de Puebla tras la muerte de Miguel Barbosa, nombramiento al que Mier y el impresentable Fernando Manzanilla intentaron se opusieron y hasta intentaron revocar).
Contra todo pronóstico, el gobernador Céspedes fue un gran factor decisivo durante la interna morenista recién concluida al ejercer su derecho de voz y voto como el jefe político del estado.
Sin embargo, fue el derecho de veto de Sergio Salomón lo que terminó por inclinar la balanza a favor de Alejandro Armenta, quien con la fortaleza de los números en las encuestas terminó por cerrar la pinza para conseguir la postulación como el perfil que buscará darle continuidad por un sexenio más a la 4T en Puebla.
El mito del “gran dedo elector”, como le llamaron a Andrés Manuel López Obrador, cambió por la historia del “gran operador tepeaquense”, en la figura de Sergio Salomón Céspedes.
Hoy, la operación cicatriz no la puede encabezar otro más que el gobernador del estado.
Aquel que en la actualidad lleva mano también para colocar a su alfil en la candidatura a la alcaldía de Puebla y un buen número de curules en la próxima legislatura del Congreso del estado.
¿Qué si habrán hipócritas que la noche de este lunes se tomaron la foto en el pacto de unidad en Casa Aguayo?
Claro que los habrá.
Serán esos mismos que traicionaron a Miguel Barbosa en el 2018 y que negociaron con Rafael Moreno Valle y con Martha Erika Alonso, así como con Tony Gali y Luis Banck.
La traición es un valor intrínseco en sus decadentes carreras políticas.
Solo que no olviden que el gobernador Sergio Salomón puede ejercer su derecho de veto las veces que sean necesarias.
A su gobierno aún le quedan trece largos meses de vida.
Bajo advertencia no hay engaño.