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Terapias de conversión: nada que curar

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Este jueves, si las fuerzas moralinas del estado no se lo impiden, el Congreso local tipificará las mal llamadas terapias de conversión o ECOSIG, con penas carcelarias de hasta tres años y multas que van de los 50 a los 200 días de salario mínimo.

Se trata de una iniciativa encomiable, producto de la agenda personal del diputado Carlos Evangelista Aniceto, quien desde su llegada al Poder Legislativo ha mostrado un particular interés en la defensa de los miembros de la diversidad sexual, no sé si por genuina empatía con este colectivo o al amparo de un objetivo político pero que finalmente, lo empieza a catapultar como «el amigo de la comunidad LGBTIQ» en la actual legislatura.

Personalmente creo, como el gobernador Miguel Barbosa, que tratar de «corregir» algo que es simplemente una preferencia, y que de acuerdo con muchos estudios tiene que ver con los genes (a diferencia de la orientación sexual, sí está cien por ciento comprobado, que la identidad de género es un asunto genético) es algo decimononíco.

También pienso que el hecho de que la propuesta para prohibir las ECOSIG sea aprobada en Puebla antes que en al menos otros 20 estados del país, es un reflejo de la apertura y el salto cualitativo que sucedió en la entidad de una legislatura (la LX) a otra (la LXI), ambas con mayoría de MORENA.

Mientras que en el pasado trienio, los diputados sólo votaron hasta la recta final y ante presiones sociales, iniciativas como el matrimonio igualitario y la Ley Agnes, en este periodo casi desde el principio se ha permitido que los temas de avanzada progresen e incluso se han bloqueado los intentos que pretenden bloquearlos, tal es el caso de la propuesta del PAN para sacar del orden del día la discusión sobre las terapias de conversión, bajo el argumento pueril de que no estaba ampliamente analizada.

Particularmente me llama la atención que la Junta de Gobierno y Coordinación Política que encabeza Salomón Céspedes haya decidido incluir en la agenda de este jueves, de último minuto, la propuesta sobre las ECOSIG, cuando ya se había postergado su discusión. Esto sucedió apenas poco después de que el gobernador del estado se pronunció sobre ellas desde la mañanera, llamándolas «violatorias de los derechos humanos»: ¿a alguien le queda duda de que Barbosa sigue siendo el gran legislador?

Aunque por otra parte, las palabras del mandatario tehuacanero no son falsas: los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género de las personas constituyen una verdadera tortura, si no física por lo menos sí psicológica, pretendiendo «curar» algo que no es curable, pues ya la Organización Mundial de la Salud sacó desde 1990 a la homosexualidad de su lista de enfermedades, y a la transexualidad apenas en 2018.

Bajo este principio debemos entender que tales «terapias» constituyen al mismo tiempo un fraude al bolsillo de quienes las pagan (en su mayoría padres de familia angustiados porque no han entendido que la sexualidad humana es tan variada como la humanidad misma) y en todo caso, tanto las propias víctimas de estos esfuerzos fraudulentos como los propios progenitores son engatuzados y mal orientados por personas que lucran y muchas veces lesionan la vida de gente que, en vez de eso, debería disfrutar su sexualidad en pleno.

Si las cosas marchan según lo previsto, Puebla se sumará este día a los estados de Tlaxcala, Jalisco, Ciudad de México, Estado de México, Colima, Zacatecas y Baja California, donde la prohibición de las mal llamadas terapias es una realidad y con ello, se alejará un poco -solo un poco -del estigma que tiene nuestra entidad de ser conservadora y mocha. ¡Qué pena por El Yunque!

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