Su espíritu innovador, pensamiento visionario y compromiso con los valores humanistas se mantienen como una fuente de inspiración, y son evocados en estos tiempos de desafíos, en los que su inmortal personaje procedente del asteroide B612 parece recordar que ‘Lo esencial es invisible a los ojos’.
Nacido en Lyon y educado en el seno de una familia aristocrática, el piloto no pudo imaginar la trascendencia de sus creaciones, al dejar la vida terrenal con apenas 44 años durante la Segunda Guerra Mundial, en circunstancias sin esclarecer, mientras realizaba una misión de reconocimiento.
El Aviador (1926), Correo del Sur (1928), Vuelo nocturno (1931), Tierra de hombres (1939) y Piloto de guerra (1942) precedieron a El Principito (1943), componentes de una obra corta, pero con un alcance eterno.
Muchas son las historias que reviven a propósito del aniversario, desde su tormentoso amor con la salvadoreña Consuelo Suncín, inspiradora de la rosa cuidada por el pequeño y aleccionador príncipe, hasta su traumática experiencia en el Sahara, en 1935, o su trágica muerte sobre el Mediterráneo nueve años después.