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Un nuevo conflicto se ha desatado entre Japón y China, luego de que comenzaron a aplicar las pruebas anales para detectar el COVID-19, que según los científicos, son más eficientes para detectar el virus pues los rastros se mantienen más tiempo en el recto que en la garganta.
El método ha resultado muy polémico en el mundo entero por lo invasivo que resulta un raspado de coliflor… y más cuando es obligatorio.
De acuerdo con The Guardian, los japoneses que viven o visitan China han acudido a las embajadas para quejarse de lo incómodo de las pruebas que les provocaron un “gran dolor psicológico”, informó el secretario del gabinete en Japón, Katsunobu Kato.
Sin revelar cuántos japoneses fueron sometidos a las pruebas, se sabe que hicieron una queja formal para detener el problema.
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