El brusco parón de la actividad económica provocado por la expansión del nuevo coronavirus ya está haciendo estragos entre los sectores más vulnerables de la sociedad española. En paralelo a las cifras diarias de contagios, fallecimientos y altas médicas, que indican la evolución de la pandemia, van surgiendo otras números que vaticinan una debacle económica sin precedentes. Esos pronósticos se encarnan estos días en varios millones de personas cuyo futuro se nubla de incertidumbre mientras resuelven los problemas del presente.
Las largas colas a la entrada de los comedores sociales, las solicitudes de ayuda alimentaria a los ayuntamientos o las disparadas demandas en los bancos solidarios de alimentos durante las últimas semanas son el pálpito visible de una realidad en el horizonte económico del país: lapobreza extrema aumenta como consecuencia indirecta de la epidemia.
Datos reveladores
Una sola cifra bastaría para resumir la gravedad y la urgencia de la situación. En Madrid, uno de los focos mundiales de la pandemia, el ayuntamiento ha registrado durante el último mes 33.514 peticiones de ayuda alimentaria. Es prácticamente la misma cantidad que se atendió en todo el año pasado: unas 34.000.
La economía española se contrae un 5,2 % en el primer trimestre por la pandemia de covid-19
Pero hay más cifras preocupantes, a nivel macroeconómico y nacional: según la recién publicada Encuesta de Población Activa (EPA), del Instituto Nacional de Estadística (INE), 121.000 personas han perdido ya su empleo a lo largo de los últimos tres meses, lo que supone un 3,8 % más que en el trimestre anterior. La tasa de paro se sitúa así en el 14,41 %, el mismo nivel que el peor dato de 2013, en plena recesión económica.
La EPA también aporta información sobre los hogares en los que no hay ninguna persona que aporte ingresos. En el último trimestre de 2019, este número de hogares era de 565.300, y en el primer trimestre de 2020 llega a 597.000. Eso implica que a lo largo de estos meses, 32.000 hogares han quedado privados de toda renta.
La estadística de la distribución de estos hogares indica que algo más de la mitad están compuestos por una sola persona, pero en el resto hay más integrantes, y probablemente muchos de ellos son niños y niñas.
Mano a mano con la pobreza extrema
Los organismos que en contacto directo con las personas más necesitadas, son los principales testigos de un conjunto de circunstancias que trascienden lo meramente económico.
«Esta crisis sanitaria tiene repercusiones en todos los ámbitos de la vida –asegura Almudena Echevarría, responsable de Programas de Extrema Vulnerabilidad del Area de Inclusión de la Cruz Roja–. Son momentos complicados para todos, y de una manera especial para aquellos que parten ya de una situación de fragilidad, con situaciones laborales precarias e ingresos inestables».
Echevarría asegura que a lo largo de las últimas semanas, «las dificultades han aumentado muchísimo», y las demandas «se han disparado» entre las familias más vulnerables. «Estamos recibiendo constantes demandas de personas que necesitan las cosas de manera verdaderamente urgente», enfatiza.»Las demandas que mas nos llegan son de cobertura de necesidad básicas, como pueden ser las de alimentación o higiene, y hasta ayuda en el pago de los alquileres o los suministros».
Personas necesitadas reciben ayuda alimentaria en Madrid (España) el 20 de abril de 2020Gabriel Bouys / AFP
Y lo peor aún no ha llegado. La OIT acaba de predecir esta misma semana la destrucción de unos tres millones y medio de empleos en España durante el segundo semestre de 2020.
Esa oleada de paro amenaza desde un horizonte cercano, pero ya hay situaciones de extrema gravedad en el presente: «Trabajamos también con personas que vivían en la economía sumergida y han perdido su ocupación, con personas sin hogar o con las que viven en asentamientos irregulares», recuerda Echevarría. Pero él mismo apunta una nota relativamente optimista en medio del desastre: «Esta pandemia ha visibilizado estas realidades y es un buen momento para aprovechar eso y hacer que se tomen medidas a largo plazo para que esto no vuelva a pasar».
Un país diferente tras el confinamiento
Entre enero y marzo, el Producto Interior Bruto español ha experimentado un decremento del 5,2 %, lo que supone un desplome sin precedentes en la historia reciente de un país que apenas terminaba de recuperarse de la recesión anterior.
«Al ser tan aguda esta crisis, hay muchas familias que entraron en el confinamiento con trabajo y con una vida normalizada y medianamente digna, y van a salir con necesidad de recibir ayuda alimentaria», explica Carlos Susías, presidente de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN, por sus siglas en inglés).
«Ya antes de esta crisis, en España había unos dos millones de personas en situación de pobreza severa –apunta Susías–. En pobreza relativa había unos 12 millones; ahora, cuando salgamos del confinamiento nos vamos a encontrar con mucha más gente en situación de pobreza severa, y hasta que exista un mínimo de recuperación, va a haber que atenderlos».
Una voluntaria de San Juan de Dios entrega ayuda alimentaria a un hombre en Madrid (España) 3 de abril de 2020.Susana Vera / Reuters
Desde la EAPN explican que los datos objetivos de medición de la pobreza se calculan a partir de un estándar europeo y se obtienen pasados dos años. Así que solo a finales de 2021 o principios de 2022 sabremos qué cifras exactas produjo el brutal golpe del covid-19 sobre el tejido social español.
Justicia social e inteligencia económica
Sin embargo, quienes trabajan en contacto con los más desfavorecidos no necesitan esos datos para hacerse una idea inmediata de la debacle: «Tenemos muchas familias a las que les estamos llevando los alimentos a casa directamente –continúa Susías–, pero el sistema de bolsas de alimentos no puede perpetuarse indefinidamente: debe haber un sistema de protección social».
Por ello, presidente de la EAPN también es partidario de la implementación sin paliativos de una renta mínima vital. «Estamos animando a que el Gobierno la apruebe cuanto antes, para que llegue a ese millón de familias que calculamos que en este momento están sin ningún tipo de ingreso».
Susías reconoce que el Gobierno ha implementado importantes medidas para la contención de la crisis económica, por ejemplo, con «prestaciones sociales a personas que en el régimen normalizado no habrían podido acceder a ayudas y ahora sí van a poder», pero insiste en recordar que «aún quedan muchas familias que no tienen ningún tipo de ingresos, ya sea por que están en situación irregular por motivos de inmigración o de trabajo».
Reparto de alimentos en Puente de Vallecas, uno de los distritos más pobres de Madrid. 20 de abril de 2020Gabriel Bouys / AFP
En su opinión, sería temerario no priorizar la situación de los más vulnerables en esta crisis: «en ese caso tendríamos focos no solo de pobreza, sino de exclusión social, lo que al final terminaría redundando en la debilidad del propio sistema».
Para el presidente de la EAPN es casi una cuestión de estrategia económica de Estado: «Estas medidas de protección que estamos promoviendo no solamente son un gasto, son también una inversión y además generan desarrollo económico».
Con respecto al mencionado ingreso mínimo vital, señala en esta misma línea que «cuando se les dé a las familias, no se lo van a guardar en una cuenta corriente en Suiza ni se lo van a gastar en un yate: ese dinero va a ir directamente a la tienda de la esquina. Por lo tanto, todo lo que llegue a través de la renta mínima se convierte en impulso de la economía desde abajo, desde el proceso de consumo de los más vulnerables». Por eso Susías entiende que este tipo de prestaciones a los más necesitados «son medidas de justicia social, pero también de inteligencia económica».