La tarde del 23 de junio, el jefe de la milicia rusa Wagner, Yevgeny Prigozhin acusó a la comandancia militar de Rusia de bombardear sus posiciones en el frente con Ucrania, lo que desató lo que podría ser un intento de golpe de Estado.

El ejército ruso negó las acusaciones de Prigozhin, a lo que éste llamó a rebelarse contra la comandancia militar y dijo que al momento contaba con más de 25 mil efectivos para el combate, pero negó que se tratara de incitar a un golpe de Estado.
Horas después el grupo Wagner cruzó la frontera rusa con destino a la región de Rostov y acusó que el Estado Mayor envió aviones para bombardearlos en su camino hacia Moscú.
Para la madrugada de este 24 de junio, Rusia instauró un “régimen de operación antiterrorista” en Moscú.
Minutos después el presidente Vladimir Putin emitió un mensaje a la nación en el que dijo que todos los implicados en este movimiento serán castigados inevitablemente.
También dijo que los rebeldes fueron engañados y arrastrados a esta “aventura criminal” y “empujados al camino del crimen más grave, el motín armado”.
“Cualquier agitación interna es una amenaza mortal para nuestra estabilidad, para nosotros como nación. Nuestras acciones para defender a la patria contra tal amenaza serán duras. Todos aquellos que deliberadamente tomaron el camino de la traición, que prepararon un motín armado, que tomaron un camino de chantaje y de los métodos terroristas, sufrirán un castigo inevitable”, dijo el mandatario.
En respuesta, el jefe del grupo Wagner respondió a Putin que se encuentra equivocado, pues ellos son los verdaderos patriotas que han luchado por su país, del cual quieren ver erradicada la corrupción.