“Era como matar animales”, asegura Mauricio, un menor reclutado por el Cártel del Noroeste

Mauricio, originario de Viesca, un municipio de Coahuila, compartió su experiencia de vida que lo llevó a ser reclutado por el Cártel del Noroeste. Su historia es solo una de las muchas que revelan la cruda realidad de aproximadamente 460 mil niñas, niños y adolescentes en México que desempeñan algún rol dentro de las organizaciones criminales que operan en distintos estados del país.
A los seis años, Mauricio se mudó junto con su familia a Tamaulipas, un estado que ha enfrentado la presencia y la influencia de cárteles durante años. Fue en este contexto que Mauricio cayó en manos del Cártel del Noroeste, y su testimonio arroja luz sobre los oscuros caminos que enfrentan los menores de edad en México.
Los reportes del gobierno federal, citados por la organización Reinserta en su informe «Niñas, Niños y Adolescentes Reclutados por la Delincuencia Organizada,» indican que no existe una cifra precisa sobre la cantidad exacta de menores de edad involucrados en estas organizaciones criminales, ni sobre los roles que desempeñan en su interior.

Inicialmente, su primer trabajo fue como traficante de personas, ayudando a migrantes a cruzar la frontera. Sin embargo, tras varias detenciones, su camino lo condujo hacia el tráfico de drogas. Finalmente, fue reclutado y sometido a un entrenamiento intensivo que lo convirtió en un sicario.
«Me dieron todo el entrenamiento de armamento, defensa personal, de supervivencia, fuerzas especiales y todo eso. Está cañón», reveló durante su testimonio en Reinserta. Confesó que realizaba asesinatos por una remuneración de entre 25 y 30 mil pesos quincenales.
A pesar de su participación en actos violentos, compartió sus sentimientos sobre su trabajo como sicario, describiendo que «matar personas era como matar animales» y que, en cierta medida, llegó a verlo como una forma de «sacar el estrés».
En el año 2021, Mauricio purgaba una pena privativa de libertad de dos años y medio, lo que le permitió reflexionar sobre su vida y su participación en el mundo del crimen organizado.
Reconoció que dentro de estas organizaciones, los jóvenes enfrentan solo dos destinos: ser asesinados o ser detenidos. Su detención, ocurrida en un retén, lo llevó a tomar la decisión de alejarse del cártel, aunque este intentó brindarle apoyo para sacarlo de prisión.
Mauricio, valientemente, pidió a su familia que no aceptara la ayuda del cártel y consideró esta experiencia como una oportunidad para «cortar por lo sano». Mientras cumple su pena en prisión, se enteró de que uno de sus hermanos menores también se había involucrado en el narcotráfico y había perdido la vida en un enfrentamiento.
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Foto: Cuartoscuro