Los días pasaban y Óscar García Guzmán no solo seguía fugado, también se mofaba de los crímenes que decía haber cometido.
Desde finales de octubre pasado, el hombre de 28 años era buscado por la policía del estado de México, la demarcación de 16 millones de habitantes en el centro del país golpeada por constantes casos de feminicidios.
Mientras la Fiscalía General de Justicia (FGJ) ofrecía casi US$16.000 por información que facilitara su captura, García Guzmán se mantenía activo en sus redes sociales y se mostraba desafiante.
«Para atrapar a un asesino en serie debes pensar como uno», escribió en una publicación en Facebook, donde añadió las fichas de búsqueda de tres jóvenes que habían desaparecido.
Hablaba de Jessica Guadalupe Jaramillo Orihuela, 23 años; Adriana González Hernández, de 27; y Martha Patricia Nava Sotelo, de 25, tres jóvenes desaparecidas en los últimos dos años.
Sus publicaciones lograron atraer la atención de la prensa local y nacional, que alertaba por la presencia de un posible feminicida que fue llamado el «monstruo de Toluca», al vivir en esa ciudad, capital del estado de México.
Lo que por entonces casi nadie sabía era que había una persona que estuvo en contacto con García Guzmán durante más de dos semanas, hasta el día de su detención el pasado 6 de diciembre.
Frida Guerrera, como se hace llamar la activista mexicana Verónica Villalvazo, sostuvo un chat privado con el presunto asesino fugado en el que no solo logró sus confesiones: también entendió quién era realmente el supuesto «monstruo».
«Es un sujeto lleno de mucha ira, y sobre todo ávido de mucha atención«, cuenta a BBC Mundo Guerrera, quien desde 2016 realiza activismo sobre justicia de mujeres desaparecidas.
«Me detalló la tortura a la que sometió a Mónica en 2012. Dijo que a Adriana la asesinó en febrero de 2018. A Martha Patricia en febrero de 2019», recuerda.
Guerrera ayudó a identificar en 2017 a una niña violada y asesinada, la cual solo era conocida como «Calcetitas rojas» al no tenerse mayor información sobre ella. Fue un caso emblemático en México del fenómeno del feminicidio por el que la activista se hizo conocida.
Desde entonces participa activamente en la búsqueda de justicia para mujeres desaparecidas, y el caso de Jessica Jaramillo y otras posibles víctimas no fue la excepción.
«Él las cazaba. Seleccionaba a estas chicas y las cazaba. A mí me parece que también tenía alucinaciones», explica.
García Guzmán fue detenido a principios de diciembre en Ciudad de México luego de más de un mes de fuga, en una operación en la que fue clave la constante comunicación que Guerrera sostuvo para rastrear su ubicación en línea.
Su colaboración fue meritoria, dice la FGJ: «Estuvimos en contacto con ella durante la búsqueda. Creemos que el trabajo que hace Frida es muy valioso», le dice a BBC Mundo un portavoz de la FGJ.
Esta semana, el caso volvió a ocupar titulares con motivo de la filtración de una supuesta llamada de García Guzmán a su madre desde la cárcel, en la que se le escucha decir que no se arrepiente de lo sucedido y pide a su madre que cuide de sus mascotas.
El asesinato de Jessica
El feminicidio de Jessica Jaramillo en el estado de México, entidad donde ocurre un asesinato de una mujer cada día según cifras oficiales*, fue el caso que expuso a García Guzmán como el presunto feminicida.
La joven desapareció el 24 de octubre pasado tras acudir a la universidad esa tarde. No volvió a responder por ningún medio a su familia.
La desesperada búsqueda de los padres los llevó a sospechar de García Guzmán, a quien conocían porque hacía un tiempo acosaba a Jessica Jaramillo, cuando ambos estudiaban en la Universidad Tecnológica (Unitec) campus Toluca.
«Jessi le tenía mucho miedo. Ella fue cambiada de universidad porque él la acosaba», dice Guerrera, quien documentó el caso tras hablar con la familia un par de días después de la desaparición.
La activista cuenta que acompañó a los padres de la joven en parte de la vigilia de cuatro días frente a la casa de García Guzmán, donde incluso aseguraron haberla visto por una ventana, «rara», fuera de sí misma.
Insistentemente buscaron una autorización de un juez para registrar la vivienda, que llegó demasiado tarde: la madrugada del 1 de noviembre encontraron en el interior de la casa el cuerpo sin vida de Jessica Jaramillo.
Notas en una libreta de García Guzmán, según pudo saber la Fiscalía, revelaron que en el patio trasero estaban enterradas otras dos mujeres.
El hombre había huido previamente, el 26 de octubre, y desde entonces estaba fugado.
«Tengo tu atención»
«La noche que este sujeto escribió que ‘para atrapar a un asesino en serie debes pensar como uno’ me molesté mucho, mucho por el cinismo y cómo los medios estaban muy pendientes de lo que dijera», recuerda Frida Guerrera.
«Lo tomé muy personal porque yo vivo muy cerca del lugar, así que acudí al domicilio de este sujeto», explica. El caso llegó a los canales de televisión nacionales.
La activista sabía que aún siendo objetivo de la policía, seguía publicando en Facebook y estaba al tanto de lo que se decía de él en redes sociales y en la prensa.
Así que decidió escribir un mensaje para llamar su atención: «Óscar García Guzmán es un pendejo. Que se siente muy grande. Aquí te estoy esperando«.
El mensaje llegó al hombre.
Mientras Guerrera acompañaba a los fiscales en una diligencia el 20 de noviembre para investigar las posibles confesiones del sospechoso dejados en sus notas, la activista recibió los primeros mensajes vía Facebook.
«Le mostré a un comandante de investigación sus mensajes en los que me decía ‘a esta la asesiné tal día, a esta tal día’ y luego de darme los detalles de lo que había en la casa, me escribe ‘ya tengo tu atención'», recuerda Guerrera.
La FGJ dice a BBC Mundo que Guerrera estuvo en coordinación con el comandante en feminicidios de la dependencia.
Pero ¿por qué la contactó? La activista lo relata a BBC Mundo.
Le contesté a su mensaje «¿qué quieres?», y me dijo: «Quiero saber de mis mascotas, son tres, quiero que las busques y me hagas saber que están bien’.
Me dio los nombres y yo le pedí tiempo, porque las tenía la Fiscalía.
El comandante de la investigación me dijo que lo mantuviera así, interesado. Pensé que ellos, o el área de inteligencia, intervendrían a través de mí con una negociadora. Pero ellos solo querían la IP de donde estaba conectado.
Me mostraron una foto de las mascotas, pero yo les dije que necesitaba verlas. Necesitaba saber que estaban bien, así que fui a verlas.
Óscar hizo públicas las fotos que le envió la Fiscalía, su gata se veía muy asustada. Me dijo que sus mascotas estaban muy mal, que se iban a arrepentir, que iba a matar a otra mujer. Que tenía una cita con una chica y la iba a matar.
Yo le dije: «Cálmate, no hagas pendejadas, léeme. Estoy con tu gata, Paz. Cálmate».
Hasta hoy yo no sé si sí asesinó a alguien más.
Él le daba de comer a un perro que no era de su casa, le decía «el tuerto«. Me decía que lo rescatara.
«Ahí te vas a dar cuenta del asco que es la humanidad», me dijo, y yo le mandé una foto del perro, que ya lo tenía ubicado. Él me dice entonces que me enviará lo que me prometió.
Sus posibles confesiones
Guerrera intercambió mensajes vía chat durante más de dos semanas, pues García Guzmán, le dijo, temía que rastrearan su ubicación por la señal celular o de algún teléfono convencional.
«Yo buscaba que lo detuvieran, que se hiciera justicia por Jessi y por las otras chicas. Y que hablara de Mónica», dice la activista.
Mónica Chávez y su padre Tomás eran parte del presunto historial de asesinatos que el propio García Guzmán se atribuía, tanto en sus publicaciones de Facebook como en las notas que dejó en su casa, según pudo saber Guerrera.
«Me detalló la tortura a la que sometió a Mónica en 2012, lo que le hizo a su papá. El nivel de detalle me hizo tener un ataque de ansiedad en una ocasión», explica.
«También dijo que a Adriana la asesinó en febrero de 2018. A Martha Patricia en febrero de 2019. No me dio más información de ellas, solo que las estranguló», continuó.
Luego del asesinato de Mónica y Tomás, García Guzmán dijo «ya soy un asesino serial», le contó a Guerrera, pues también aseguró que mató a su propio padre.
«En su casa tenía cuatro libros de este tipo de criminales. Me mandaba videos de qué quería hacer. ¿Le creo que pretendía serlo? Sí, sí lo creo», relata la activista.
«A mí me decía ‘¿ya te enamoraste de mí?’. Me decía que era su perra, igual que todas sus perras. Me decía que en cuanto me tuviera enfrente me iba a hacer lo mismo que había hecho con todas», añade.
Las conversaciones le llevaron a entender a Guerrera cómo era su interlocutor, relata la activista.
En sus conversaciones tan delirantes me habló de que mató a su papá. Me habló muy mal de su mamá, con quien no tenía relación, pero en esos días intentaba comunicarse con ella.
«Dile a esos pendejos (de la Fiscalía) que le digan a mi pinche madre que me conteste, porque le he estado marcando para que reciba a mis mascotas, pero no me contesta», me dijo.
Yo lo veía como uno de los pacientes que llegué a tener en mis consultas de psicología.
En las conversaciones yo le decía «pareces niño, haces berrinches». Sabía cuándo y cómo decírselo. Y él hacía comentarios sobre las mujeres, porque sabía que es un tema que me importa.
«No te enojes», me decía. Pero yo le replicaba «No me enojo, solo que lo que dices no tiene nada que ver con lo que estamos hablando».
Era muy difícil. Yo tenía que saber proceder, con mucha calma. Tenía que ver entrelíneas, porque es muchísimo más fácil interpretar el lenguaje no verbal de una persona, pero en mensajes de texto es complejo entender el estado de ánimo de una persona.
Era una persona llena de mil cosas en su vida. Su psique era obvia, porque era una persona sin atención, que era lo que quería.
En mi blog (11 de noviembre) escribí que era un don nadie, que si no hubiera hecho lo que hizo, nadie lo hubiera volteado a ver, porque es un insignificante.
Me reclamó eso. Me dijo: «Ya sé que por tu culpa mi cara está pegada por todo el pinche barrio» en los carteles de «Se busca».
Es un sujeto lleno de mucha ira, y sobre todo ávido de mucha atención. Los medios se lo dieron en un primer momento, se convirtieron en voceros del criminal. Y eso a veces genera imitadores.
Sentía impotencia al no poderle contestar como merecía cuando me decía que «todas las mujeres son putas», que todas nos «merecíamos que nos sacaran los ojos», como lo hizo con Jessica.
Es una persona oscura.
Si él hubiera vuelto a entrar en su zona de confort, estoy segura de que habría asesinado a muchas más mujeres, y hombres.
En los primeros días de diciembre, la Fiscalía del estado de México lo tenía más cercado, en parte por las conversaciones de Guerrera vía Facebook, y después en el mensajero de Gmail.
«Se elaboraron redes de vínculos, se llevaron a cabo seguimientos telefónicos, así como rastreo de diversas cuentas de redes sociales; se realizaron operativos en diversas zonas del estado de México en las que participó además la Secretaría de Seguridad de esta entidad, y de igual manera se llevaron a cabo movilizaciones en la Ciudad de México», asegura la FGJ a BBC Mundo.
García Guzmán fue ubicado en Ciudad de México el 6 de diciembre, unas horas después de que el hombre contactara a Guerrera vía correo electrónico.
«A las 2:35 pm de ese día, me escribe el último mensaje: ‘Ya tienes lo que te dije, ya confirmaste lo de Mónica, ¿o qué quieres?’. Luego me confirmaron que la policía ya lo tenía», explica Guerrera.
«No es que yo sea la súper mujer, o que sea la maravilla, no. Más bien soy muy necia, no me detengo hasta que se resuelvan los casos», dice.
García Guzmán fue ingresado en una prisión y acusado en principio del asesinato de Jessica Jaramillo, pero también es sospechoso de haber matado a las otras dos mujeres halladas enterradas en su casa.
El juez del caso fijó a principios de diciembre un plazo de 90 días para que la FGJ elabore su investigación y recabe pruebas en su contra más allá de las confesiones escritas y en redes sociales.
Para Guerrera, este caso es muestra de un «grito de ayuda» de las mujeres en el país.
«En México, en general, hoy ser mujer es muy difícil. Al país le falta muchísimo por hacer, pero en primer lugar tomar en serio el hecho de que el feminicidio es una emergencia nacional«.