Se trata de productos elaborados con carne molida de cerdo, res, aves o combinaciones de estas, mezcladas con otros ingredientes
¿Sabes qué contienen los embutidos? Esto dice la Profeco

Son prácticos, rápidos y casi nunca faltan en el refrigerador. Estos suelen ser la solución cuando no hay ideas para cocinar, pero ¿sabías exactamente qué contienen los embutidos?
Un estudio publicado por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en la Revista del Consumidor de julio reveló información clave sobre su composición y el impacto que pueden tener en la salud.
¿Qué contienen los embutidos?
Se trata de productos elaborados con carne molida de cerdo, res, aves o combinaciones de estas, mezcladas con otros ingredientes. La preparación incluye introducir la mezcla en una tripa natural o artificial, para después someterla a procesos como cocción, curado, fermentación o ahumado.

Entre los más consumidos en México se encuentran el chorizo, la longaniza, el salami, el salchichón y el queso de puerco.
¿Qué contienen realmente?
El análisis de Profeco detalla que los embutidos no solo están compuestos de carne, sino también de diversos aditivos y rellenos que ayudan a conservarlos o mejorar su textura. Entre sus componentes más comunes se encuentran:
- Carne de pollo, pavo o cerdo
- Agua
- Sal y azúcar
- Soya
- Fécula o almidón
- Conservadores, fosfatos y nitritos
De acuerdo con la revista, los fosfatos permiten retener agua y grasa durante la cocción, mientras que los nitritos conservan el color rosado característico y evitan la proliferación de bacterias dañinas.
¿Son malos para la salud?
El consumo excesivo de embutidos se ha relacionado con hipertensión, enfermedades cardiovasculares y un mayor riesgo de cáncer, debido a su alto contenido de sodio, grasas y aditivos.
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer recomienda no ingerir más de 50 gramos diarios de carne procesada.
Los especialistas sugieren que estos productos no deben eliminarse por completo de la dieta, pero sí consumirse con moderación: 30 a 40 gramos por porción, una o dos veces por semana, privilegiando versiones magras como la pechuga de pavo o pollo.
Además, los nutriólogos insisten en revisar las etiquetas y dar preferencia a opciones con menor contenido de sal, grasa y aditivos. La mejor alternativa, recalcan, siempre será optar por proteínas frescas y no procesadas en la alimentación cotidiana.
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