Es difícil poder imaginarse cuántos sucesos misteriosos e incluso paranormales se han registrado a lo largo de poco más de 100 kilómetros que tiene de largo la Sierra Norte del estado de Puebla. La cita de este capítulo de #LeyendasdePuebla tiene como escenario uno de los municipios que conecta precisamente con este mágico lugar.
Se trata de Teziutlán, municipio ubicado al norte de Puebla y donde vivía un joven llamado Silverio en los inicios del siglo XVIII. Él, como parte de los pobladores de la época, vivía en condiciones de pobreza porque no existía la actividad económica de la actualidad.
Ante este escenario, y con las ganas de ser reconocido por la gente, Silverio recordó una antigua leyenda sobre una misteriosa cueva del tiempo ubicada en el Cerro Ozuma, que en su interior tiene oro y todo tipo de riquezas.
Equipado con tacos, agua y algunos ocotes, Silverio emprendió su viaje desde temprano y, tras horas de camino, llegó al Cerro Ozuma cerca de las 10 de la noche.
Después de un descanso, Silverio se adentró rápidamente en las entrañas del cerro recordando la advertencia de que quedaría atrapado en las sombras si no lograba salir antes de la salida del sol.
Mientras más se adentraba, Silverio veía extraña sombras que parecían moverse hasta que, tras un largo camino, logró encontrar el tesoro: Monedas de oro, joyas y un sinfín de metales preciosos.
Extasiado por la nueva vida que tendría, Silverio tomó los tesoros que pudo y se sentó a tomar un pequeño descanso antes de partir de regreso. Sin embargo, el cansancio lo venció y terminó dormido.
Cuando Silverio despertó, se encontró cubierto de polvo y telarañas. Sin darle importancia alguna, se levantó, se limpió y emprendió su viaje de regreso. Con dificultad y dolor en algunas partes de su cuerpo, el hombre salió de la cueva y se percató que había construcciones en la falda del cerro, por lo que sintió intriga, pues cuando entró a la cueva solo había árboles y naturaleza alrededor.
Su inquietud se convirtió en miedo cuando, al llegar al corazón de Teziutlán, vio todo el pueblo cambiado, como si él hubiera estado ausente por años y la vida en la comunidad no lo hubiera esperado.
Al buscar a amigos y familiares, se encontró con la desagradable noticia de que todos sus conocidos habían muerto tiempo atrás salvo uno, quien ya era un gran anciano.
Fue en ese momento cuando Silverio se percató que él también era mayor de edad.
Los que saben de Teziutlán señalan que dicha cueva únicamente aparece en la víspera de la Fiesta de San Juan Bautista.
