Osvaldo Macuil / @OsvaldoMacuil
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha perdido su identidad. Unos días se comporta como el otrora poderoso PRI y con acarreados organiza eventos masivos. Otros, sus militantes se disputan las posiciones como las tribus del PRD que se devoraban entre ellos mismos.
Pero hay otros días en los que Morena muestra su lado priista y perredista al mismo tiempo. Esto fue lo que pasó en la visita a Puebla de Mario Delgado, el líder nacional del partido de izquierda que tiene la presidencia de la República, la mayoría del Congreso de la Unión y un número mayúsculo de gubernaturas, alcaldías y diputaciones locales.
El Salón Country de San Manuel, ya es por tradición el lugar en donde el partido que ostenta el poder trata de mostrar su “poderío”. Hasta 2011, el PRI se regocijaba en ese lugar con acarreados para mostrar sus estructuras.
Una vez que el partido cayó en desgracia, el PAN morenovallista lo heredó y ahí se ufanaban de tener el control del poder político.
Los albiazules no tienen más el poder tras el helicopterazo que todos recordamos. Así que ahora lo usa Morena.
El partido de izquierda sacó su lado priista y atiborró con acarreados de todo el estado el Salón Country. Más de 500 personas llegaron al pre-cierre de campaña de los candidatos. Avisados estaban de que llegaría una pequeña manifestación para inconformarse por la imposición de candidaturas.
Los organizadores confiaban en que le mostrarían a Mario Delgado una buena imagen de la familia Morena-Puebla. Lo cual no ocurrió.
El lado perredista salió a flote cuando cerca de 50 militantes se metieron por una puerta del estacionamiento. Luego abrieron una puerta del salón y entraron con una manta que decía “sufragio efectivo no reelección”.
La situación estuvo a punto de salirse de control, pues los morenistas que estaban dentro les bloquearon el paso. Ahí comenzaron los jaloneos.
Tres mujeres se subieron al escenario y gritaban “Mario traidor”. No pudieron bajarlas y el líder nacional compartió el escenario con los detractores. La mitad para él y los candidatos. La otra para los inconformes.
Nay Salvatori trató de calmar a los rijosos. Hasta se hincó para decirles que Morena era una familia y debían estar unidos.
Claudia Rivera llegó tarde. Lo primero que hizo fue saltar y levantar las manos muy eufórica para quitarle la atención a los manifestantes.
Cuando le dieron la palabra, les dijo a sus simpatizantes que guardaran silencio para que solo se escucharán las protestas. Minutos después pidió que los acallaran con sus gritos para demostrar que son mayoría.
La candidata a la alcaldía tomó la palabra. Prácticamente habló de que se necesita respaldar el proyecto de Andrés Manuel López Obrador con el voto en favor de Morena.
Todo era un caos. A pesar de que tenía cubrebocas, era visible el malestar de Mario Delgado, quien veía para todos lados sin dar crédito a que solo 50 militantes pusieron en jaque a una inmensa mayoría.
El líder nacional de Morena habló muy breve, le levantó la mano a sus candidatos para la foto y huyó del lugar.
Ante de irse, los manifestantes rodearon su camioneta. La sacaron de reversa y se fue con la clara imagen de que Puebla está en riesgo para ellos el 6 de junio.
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