Quien se diga conocedor de la gastronomía poblana, al menos una vez en su vida ha comido tacos del Paseo Bravo, de carne al pastor, longaniza, asada o de carnitas. Ya sea para economizar o por una urgencia, todos hemos pagado la promoción de tres por 10 o 15 pesos.
Alrededor de estos puestos de comida callejera hay leyendas urbanas de todo tipo, la más sonada es que quienes los comen se enferman, es por eso que fueron bautizados como los «tacos de muerte lenta».
Pero, para estudiantes y trabajadores de la zona es una opción indispensable para economizar y no quedarse sin desayunar ni comer.
En el Paseo Bravo hay una decena de establecimientos, todos ellos informales. En casetas habilitadas como cocinas atienden a los comensales.
Los tacos de carnitas cuestan tres por 15 pesos y los de pastor tres por 10 pesos, es por eso que son muy concurridos.
Entre una y tres de la tarde de un viernes cualquiera, el equipo de ALMANAQUE acudimos a echarnos unos de carnitas, observamos que al menos 50 personas llegaron a comer.
La mayoría de ellos llegaron a Tacos Diego, cuya especialidad son los de carne al pastor. Los ingredientes son los mismos que los de una taquería establecida: el trompo de carne, la piña, tortillas de maíz, salsas, cebolla, cilantro y limones.
Estudiantes, policías, abogados, amas de casa, taxistas, y hasta enfermeras son parte de los clientes que recurren a estos establecimientos que laboran de 10 de la mañana a 10 de la noche.
Don Pepe es el mero mero de Tacos Diego. Tiene 10 años en esta profesión y uno en este negocio del Paseo Bravo. Él se encarga de alimentar a cientos de personas a la semana.
«Es bonito ver cómo se echan su taco a gusto, porque más allá de comer, la gente convive (…) Y entre la plática pues le entramos nosotros, ya la gente nos conoce».
Debido al sabor y el precio de los tacos, muchos han optado por frecuentar alguno de estos comercios, como es el caso del señor Joel Rodríguez, asiduo comensal de tacos y cemitas de pastor.
Él acude por la confianza cliente-taquero que se ha creado a lo largo de los años. Además de que lo consienten poniéndole más carne a sus tacos.
«Es la confianza claro, porque además de servirme mis taquitos le ponen más carne».
Joel, como muchos poblanos, sabe que unos buenos tacos se acompañan con una Coca Cola bien fría. Al recibir su orden, destapó ese envase de vidrio, frío, le dio un trago a su refresco, lo disfrutó y luego siguió degustando sus alimentos.
Gabriela, una estudiante de preparatoria, sentada en una de las bancas del Paseo, en compañía de sus amigos, terminaba su cemita al pastor mientras observaba cómo rebanaban más carne.
Para ello, los tacos hacen «el paro» cuando tienes hambre y traes poco dinero, pues los gastos escolares y la economía de sus padres, la llevan a economizar.
«Quitan el hambre por 15 pesitos, y eso me ayuda cuando traigo mucha hambre».
Los tacos del Paseo Bravo son un referente de la cultura popular en la ciudad de Puebla. A pesar de que han intentado satanizarlos, son una opción para muchos poblanos que trabajan o estudian en el centro o la Avenida Juárez, y sin estos negocios, su economía familiar no alcanzaría para comer.
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