Por: Gerardo Ruiz / @GerardoRuizInc
La designación de Eduardo Rivera como precandidato del PAN a la alcaldía de Puebla no puede interpretarse de otra forma más que como el final de la oscura era morenovallista al interior del albiazul.
Más allá de las implicaciones electorales y de los futurismos políticos, Rivera Pérez, al fin, logró extirparle al panismo poblano el tumor cancerígeno que representó el siniestro Rafael Moreno Valle y su cofradía de hampones, quienes secuestraron a Acción Nacional hace más de una década cuando infectaron al partido azul tras su salida del PRI en pleno decadencia del tricolor.
Un tumor que amenazaba con matar al albiazul el 6 de junio.
En menos de dos años, Genoveva dividió a Acción Nacional, provocó una sangría de militantes, deshizo las estructurales territoriales del partido, socavó el empoderamiento femenino panista, se enfrentó contra la prensa a la que intentó amordazar y casi provoca la salida de su perfil más representativo en Puebla.
La postulación de Lalo Rivera, quien por tercera ocasión aparecerá en la boleta de la Angelópolis para buscar regresar al Palacio del Ayuntamiento, es la derrota de Fernando Manzanilla, de su marioneta Genoveva Huerta y de todos los huérfanos y viudas de Moreno Valle, quienes tenían su último reducto en el Comité Directivo Estatal panista al que llegaron por una burda imposición de los Moreno Valle.
Ver: Es Oficial: Lalo Rivera será otra vez candidato del PAN a la alcaldía de Puebla
Genoveva fue el último gran error de Martha Erika Alonso.
El genovismo se deshizo del yugo de Rafael, pero se puso la bota de Manzanilla en el cuello.
Lo señalamos con anterioridad en este mismo espacio, el ex alcalde dobló, en el juego de las vencidas, a “La Jefa Geno” y al “Conejo Mayor” Manzanilla a pesar de todas las trabas y del complot mongol que ambos planearon para dinamitarlo.
De nada sirvió que Huerta Villegas, por órdenes de Manzanilla Prieto, rompiera la alianza ya pactada por el PRI y el PRD en Puebla, tampoco funcionó su intentó de agandallarse la mayoría de la planilla de regidores y la sindicatura que el PAN postulará para los comicios capitalinos, ni mucho menos el ridículo desplegado que firmaron las impresentables morenovallistas como Jorgito Aguilar Chedraui, Oswaldo “El Payaso Pillín” Jiménez, Marcelito García Almaguer, Jesús “El Pasante” Giles, Eduardo “El Rasputín” Alcántara, Carolina Beuaregard, entre otros liliputienses y marginales.
La falta de tacto y la limitada visión de los enanos morenovallista se convirtió en su tumba.
¿A qué “mente brillante” se le ocurrió la embestida contra Rivera Pérez un día antes de que el CEN del PAN lo validara como el abanderado del partido en Puebla capital?
Ver: Morenovallistas firman desplegado contra Lalo Rivera, pero les da miedo mencionarlo
Para nadie es un secreto que Huerta Villegas, (mal) asesorada por Fernando Manzanilla, apostaba a perder en los comicios de este año para quitarse del camino a Rivera Pérez y a su grupo político con el único objetivo de seguir controlando las riendas del panismo local con miras al proceso sucesorio del 2024.
A “La Jefa Geno” y al “Conejo Mayor” le fallaron las matemáticas básicas: para llegar al dos, se tiene que pasar primero por el dos.
Y es que, los huérfanos y viudas de Moreno Valle conocen a la perfección que, de ganar los comicios del 6 de junio, Eduardo Rivera se convertirá en el líder moral del panismo en Puebla, tendrá todo a su favor para colocar a uno de sus incondicionales en la renovación del Comité Estatal —que se dará después de las elecciones intermedias de mitad de año— y dejará sin ninguna posición a los siervos de Rafael, quienes hace apenas unos años se dedicaron a perseguirlo.
Los carniceros de ayer, son las reses de hoy.
Sin ceder a las locuaces pretensiones de Genoveva y de Manzanilla, Lalo Rivera, como era previsible a pesar de que algunos obnubilados voceros de la lideresa panista se negaban a verlo así, se quedó con la candidatura al Ayuntamiento de Puebla, además, su propuesta de dividir su planilla en ocho espacios para el PAN, cuatro de ellos para su grupo y cuatro para los genomanzanillistas; y ocho espacios para el PRI, PRD y Sí por México también avanzó.
La lógica se impuso.
Ver: Más pruebas del amasiato entre Manzanilla y Genoveva Huerta
Rivera Pérez no necesita de los marginales y radicales que le rinden cuentas a Manzanilla Prieto para que el PAN se alce con la victoria en los comicios del 6 de junio.
El escenario de Huerta Villegas era el de perder-perder.
Por eso estiró la liga hasta casi romperla.
Tras el caos generado en el panismo poblano, que estuvo a nada de provocar una catástrofe electoral, “La Jefa Geno” pasará los próximos tres años en la Ciudad de México como la única morenovallista sobreviviente, pero sin ningún coto de poder que le permita dañar al partido albiazul.
Ahora falta que la esfera jurídica atienda a Huerta Villegas, porque no se puede olvidar que la lideresa estatal, quien vive sus últimas semanas al frente del CDE del PAN, es investigada por las autoridades locales y por la UIF por el delito de enriquecimiento ilícito y operaciones con recursos de procedencia ilícita al ser parte de la ignominiosa Estructura Maya.
Despídanse a los pitufos azules (Ana Teresa Aranda dixit).
Se acabó la infame era morenovallista en el PAN.