Kim Kardashian y tres mujeres que fueron liberadas de la cárcel se reúnen con Trump
El mes pasado, Kim Kardashian West entró a una churrasquería en Washington, D.C., con un atuendo blanco brillante que tenía una gigantesca flor de tela en la solapa. Técnicamente, era un traje deportivo, pero más ajustado y más fabuloso que sus primos de Beltway.
Dentro del restaurante Charlie Palmer, con sus ventanas de placa de vidrio con vista al domo del Capitolio de Estados Unidos, el enorme séquito que acompaña a Kardashian se paseaba por una zona que tiene una decena de mesas. En el centro de una, donde había platos de tartar de atún y ensalada para compartir, Kardashian West se sentó junto a dos abogados y tres mujeres que dos semanas antes habían sido liberadas de la prisión federal. Hicieron lo mejor que pudieron para fingir que los camarógrafos de “Keeping Up With the Kardashians” no estaban colocando un micrófono de filmación arriba de sus entradas.
En una mesa cercana había bolsitas de regalo de la Casa Blanca, llenas de gorras de MAGA y documentos firmados de conmutación. Esa mañana, Kardashian West había acompañado a sus invitados para que el presidente Donald Trump pudiera reunirse con las mujeres cuyas sentencias había reducido y convencerlo de dejar que otras personas también salieran de prisión.
Ese día hizo publicaciones en Twitter sobre cada una de las tres mujeres: Crystal Munoz, de quien dijo que estuvo sentenciada a veinte años por conspiración por posesión y distribución de marihuana, y dio a luz a su segunda hija mientras usaba grilletes; Judith Negron, a quien le dieron 35 años por conspiración para cometer un fraude de atención médica, su primer delito; y Tynice Hall, quien pasó casi catorce años en prisión por cargos de conspiración de narcotráfico después de que su novio usó su casa para sus actividades de narcotráfico.
Al día siguiente, publicó una noticia muy distinta para sus 64 millones de seguidores en Twitter. Se trataba de suaves blusas sin mangas y batas tejidas: “RECIÉN REABASTECIDOS: Nuestros exitosos modelos en @skims de Cozy Collection en colores hueso y atardecer”.
A lo largo de los dos últimos años, Kardashian West se ha convertido en una fuerza en el mundo de las reformas en la justicia penal. Ha presionado exitosamente a Trump, habla por teléfono con gobernadores y legisladores, escribe cartas de apoyo para las peticiones de clemencia y paga los gastos legales de las personas que tratan de salir de prisión. Tiene un documental que saldrá el domingo en Oxygen: “Kim Kardashian West: The Justice Project”, en el que apoya la liberación anticipada de cuatro personas que fueron sentenciadas por cargos que incluyen el asesinato.
Kardashian West, de 39 años, incluso está estudiando para volverse abogada, y participa en un programa de formación que requiere dieciocho horas de trabajo legal cada semana. Escribe memorandos o mociones, lee transcripciones y hace investigación legal para un grupo de reformas al sistema de justicia penal llamado #Cut50. Este 2020, planea tomar el primer examen de los estudiantes de Derecho de primer año.
Todo es bastante inesperado. Kardashian West vive el momento álgido de la celebridad en el siglo XXI, la cultura de ser famoso por ser famoso. Aprovechó su prominencia en el mundo de la telerrealidad para crear varios negocios y productos, incluyendo Skims, KKW Fragrance, KKW Beauty y “Kim Kardashian: Hollywood”, un juego para dispositivos móviles. Tiene 164 millones de seguidores en Instagram, donde hace algunas publicaciones patrocinadas sobre productos para el cuidado del cabello, el servicio de videollamadas de Facebook y, a pesar de la indignación de gran parte de los usuarios de internet, suplementos alimenticios de Flat Tummy Co. Según una demanda que presentó el año pasado en la que acusó a una tienda minorista en línea de usar su imagen para vender imitaciones de sus atuendos, puede cobrar cientos de miles de dólares por una sola publicación.
Sin embargo, en años recientes ha usado esa fama para impulsar sus iniciativas de activismo, mezclando ambas facetas para lograr resultados. Mientras que Jane Fonda pasaba sus viernes de otoño siendo arrestada en el Capitolio para enfatizar el aprecio de la crisis climática, Kardashian West pudo entrar al Despacho Oval para hablar directamente con el presidente. Claro, la ayuda el hecho de conocer a las personas correctas: Ivanka Trump y Jared Kushner son algunas de sus amistades.

