Los últimos días del 2021 dejaron una serie de lecturas, tanto sociales como políticas, para el inicio de este año, el cual inició cargado de demasiada incertidumbre por la crisis económica que golpeará a la entidad poblana y al resto del país, además de que en este 2022 comenzará algunos inquietos a alzar la mano para la sucesión del barbosismo.
Aunque el 2024 luce aún muy lejano en el horizonte, la última gran disputa del año pasado —la regulación y aprobación del DAP en los 217 municipios del estado— se convirtió en el primer esbozo de lo que podría ser la disputa por el gobierno de Puebla entre los dos principales aspirantes a suceder a Miguel Barbosa: Eduardo Rivera e Ignacio Mier.
Otra de los análisis que dejó dicha discusión en el Pleno del Legislativo local es que Barbosa Huerta y su grupo político gozan de cabal salud y de una estabilidad a prueba de cualquier ataque y conspiración en su contra.
El gobernador de Puebla, como lo mencionamos en este mismo espacio en una anterior entrega, llega a su cuarto año de gobierno (el tercero en los hechos) en la cima del poder y con pasos firmes rumbo a la consolidación de su proyecto de estado.
Su bancada en el Congreso del estado, está claro, le sigue siendo fiel y suficiente para aprobar sus principales reformas, estados financieros e iniciativas a pesar de las contras que le juega el G5, comandado por Carlos Evangelista y Daniela Mier, quien demostró que es la verdadera coordinadora de la fracción de Acción Nacional, capaz de voltear a los diputados del albiazul en contra de Lalo Rivera.
Miguel Barbosa tendrá un 2022 bastante prometedor, sin elecciones ni complots al haber derrotado a todos sus enemigos el año pasado, el cual servirá para construir los cimientos de su legado como gobernador de Puebla.
Las encuestas que demuestran su creciente aprobación y aceptación son un fiel reflejo de lo anterior.
El plan de la reactivación económica, “Que Reviva Puebla”; la cruzada contra la corrupción, que sigue dando resultados; la guerra frontal contra el robo de hidrocarburos; y las obras sociales en el interior del estado, son parte de la herencia que dejará Barbosa a la entidad una vez que concluya su administración.
Las proyecciones políticas van apareciendo poco a poco.
En el primer encontronazo (la disputa del DAP) entre los que se perfilan a ser los abanderados del PAN y de Morena en los próximos comicios estatales, Mier Velazco derrotó a Rivera Pérez sin que esta la victoria del diputado federal haya representado un fuerte traspié para el alcalde, pues la discusión del cobro del Derecho al Alumbrado Público se politizó tanto que el edil de la Angelópolis se benefició en que este no se haya incluido en las Ley de Ingreso Municipal de Puebla.
En caso de que los diputados locales aprobasen el DAP en la capital, Lalo Rivera, sin lugar a dudad, habría cargado con el costo político de “cobrar un nuevo impuesto”, pues en los alfiles de Nacho Mier lograron que, aunque en los hechos no lo era, el Derecho al Alumbrado Público se viera como una nueva carga tributaria para los poblanos y un golpe a su bolsillo.
Si bien el alcalde poblano se quedó sin una bolsa anual de 140 millones de pesos para su Ayuntamiento, su buena imagen sigue intacta al no aprobarse el DAP, el cual era un dardo mediático y electoral que iba a afectar invariablemente a su proyecto político al “meterse” con la economía de los capitalinos.
Como dirían los clásicos: el edil ganó perdiendo.
Lo que es un hecho, es que Eduardo Rivera tiene en la propia bancada del PAN en el Congreso del estado a su principal dique que podría frenar su camino al 2024, pues al menos siete de los nueve diputados que integran a la fracción y que a la fecha le son fieles a Genoveva Huerta son sus principales opositores a pesar de militar en el mismo partido.
Ya sin Huerta Villegas en el Comité Estatal y exiliada en la Ciudad de México, Mónica Rodríguez Della Vecchia, Guadalupe Leal, Aurora Sierra, Karla Rodríguez, Nancy Jiménez, Patricia Valencia y Rafael Micalco serán el grupo antilalista enquistado en el Congreso local, que desde ya trabarán todas las aspiraciones futuras de Rivera Pérez.
El alcalde poblano, a través de Augusta Díaz de Rivera y Marcos Castro, los nuevos dirigentes estatales del PAN en Puebla, tendrá que llegar a acuerdos y negociar con este puñado de oportunistas que venderán bastante caros sus votos para la aprobación de sus cuentas públicas, sus próximos presupuestos o cualquier otra iniciativa que beneficie a su gobierno municipal.
Si bien Lalo Rivera le arrebató el control de CDE a Huerta Villegas, la diputada federal conserva su último coto de poder en la bancada panista y su venganza no se hizo esperar al votar en contra del DAP, lo que provocó que ni Morena ni PRI se sumaran a la propuesta del edil.
En cuanto a la esquina de Morena, todo luce inestable y sin definiciones claras hasta el momento.
Aunque Ignacio Mier, al día de hoy, parece el más perfilado para abanderar al partido lopezobradorista en las próximas elecciones, el derecho de veto de Miguel Barbosa podría pesar demasiado.
Y es que, el gobernador poblano demostró en el 2021 que no existe mejor estructura más que la suya para sacar adelante los comicios a favor de Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento.
El mandatario poblano, con gran sigilo y mesura, ya está trabajando en su carta marcada, la cual solo él sabe y que destapará hasta que los tiempos sean los indicados.
Al arranque del 2022, Alejandro Armenta, quien aún sigue supeditado a la suerte de Ricardo Monreal, es quien está más lejano de la candidatura de Morena al gobierno del estado, por lo que no sorprende su nueva sumisión y zalamería a Barbosa Huerta, para convencerlo de que sea su delfín para su sucesión, aunque esto luce imposible debido al largo historial de mezquindad y traiciones del ahijado de Mario Marín.
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Sin ser un año electoral, el de los corrientes será de mayor estabilidad y menos vertiginoso tras cinco años en los que hemos tenido tres procesos, dos ordinarios y uno extraordinario, lo que ha complicado que en Puebla exista certidumbre y persistencia.
Así pinta el 2022.
Que este año sea el mejor para todos.