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La del 2024, una peligrosa elección de mitades

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“Estás conmigo o estás en mi contra”.

Esta frase podría resumir a la perfección lo que se vivirá en la próxima elección federal que definirá la permanencia del régimen lopezobradorista o una nueva alternancia en el país.

Y es que, Andrés Manuel López Obrador, como ningún otro presidente en la historia reciente, ha polarizado a todo México en torno a su figura y a su gobierno.

Con el tabasqueño no existen matices ni claroscuros; o lo amas o lo odias.

El pulso ciudadano, en redes sociales y en círculo rojo es así: la mitad de las personas que están endiosados, enamorados y obsesionados con AMLO, mientras que el resto lo maldicen, lo aborrecen y hasta le desean los peores y más fatales de los destinos.

Ya no es novedad ver videos publicados en Facebook o Twitter de personas que agreden de forma verbal con todo tipo de vulgaridades al presidente de México o ver otros en los que sus seguidores se desviven en halagos y loas hacia “el ciudadano”.

Está polarización que vive México para nada es un escenario favorable para Morena y para López Obrador, quien está buscando por todas las vías, ya sea por Movimiento Ciudadano, PRI, PRD o hasta algún aspirante “independiente”, conseguir una tercera opción que pueda dividir el temido voto de castigo –mejor conocido como switcher– en los comicios del primer domingo de junio del próximo año.

Todos los estrategas políticos y electorales saben que una elección de mitades es un verdadero volado, pero con muchísimo riesgo para el partido en el poder (Morena).

En otras palabras, una elección –como todo parece indicar que será la del 2024– en la que solo existen dos opciones (los proAMLO contra los antiAMLO) es un verdadero peligro para el movimiento fundado por Andrés Manuel, el cual busca repetir en el Ejecutivo federal por al menos un sexenio más.

Desde el inicio de su sexenio, López Obrador trabajó a diario desde su máxima tribuna de injerencia social, “La Mañanera”, sobre esta variante de polarizar al país.

“Fifís o chairos”, “conservadores o progres”, “capitalistas o demócratas”, “morenopowers o whitexicans”, “neoliberales o socialistas”, “derecha o izquierda”, “aspiracionistas o aspiracional”, “burgueses o proles”.

El presidente ha metido en un saco u otro a todos los mexicanos.

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O eres aliado o eres enemigo, parece ser la premisa en Palacio Nacional.

Ejemplos hay muchos en los que la polarización de un país no siempre le juega a favor al hombre y al partido en el poder.

Donald Trump, en Estados Unidos; Jair Bolsonaro, en Brasil, Alberto Fernández, en Argentina; Iván Duque, en Colombia, Sebastián Piñera, en Chile y un largo etcétera.

Las victorias de Joe Biden, Lula da Silva, Gustavo Petro, Gabriel Boric y la irreal de Javier Milei, en las primarias argentinas, son solo algunas muestras de que la radicalización del electorado es un escenario bastante complicado de manejar para los partidos políticos o coaliciones que buscan la permanencia en el poder por un periodo más, como la empresa que tienen de frente AMLO y el Movimiento Regeneración Nacional.

La fractura de Movimiento Ciudadano es otro dechado que confirma la polarización que genera la imagen de López Obrador.

Una de las corrientes más fuertes del partido naranja, la del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y todos sus mecenas como Clemente Castañeda, ya anunciaron su rompimiento con la otra corriente fuerte de MC, la de Dante Delgado, líder nacional emecista, y la de Samuel García, el poderoso y joven mandatario neoleonés.

Mientras Alfaro y sus alfiles empujan porque MC se sume Xóchitl Gálvez y al Frente Amplio por México; Delgado y sus aliados están perfilados para servir de esquiroles a AMLO en las elecciones del 2024 al competir en solitario para fragmentar el voto opositor y hasta planean recibir a Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal como su candidato presidencial.

No es fortuito ni tampoco ninguna casualidad que López Obrador ya está planeando infiltrar a la oposición para que exista una tercera opción en los comicios antes mencionados.

Sus ojos están puestos en empoderar a Beatriz Paredes a tal grado de que el PRI rompa con el PAN para que la tlaxcalteca sea candidata del tricolor y con esto dividir el voto antiAMLO; también en que Miguel Mancera y el PRD se desmarque del FAM con los mismos fines antes mencionados.

Un caso extremo sería la invención de un candidato ciudadano con la suficiente fuerza para robarles votos al bloque opositor, por lo que la opción del ex rector de la UNAM, Juan. Ramón de la Fuente, podría ser retomada a pesar de que el propio presidente de la República lo descartó en su baraja de aspirantes en junio pasado.

En Palacio Nacional saben que una elección fifty-fifty es un escenario nada deseable.

La polarización, sobra decirlo, será aún peor en 2024.

“Estás conmigo o estás en mi contra”, es el nombre del juego.

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