La lealtad, tal vez, sea el principal requisito para el barbosismo.
Esta premisa es similar a la política de cero tolerancia a la corrupción que aplica en el gobierno del estado.
En su forma de entender y hacer política, el gobernador Miguel Barbosa fincó en la probidad su principal baluarte para que su equipo camine.
Y es que, existe una máxima en el barbosimo: la traición no está permitida.
Por el primer círculo cercano del mandatario poblano han desfilado un sinnúmero de colaboradores que no entendieron jamás sus dos principales reglas y por eso fueron desterrados de este, como el caso de Fernando Manzanilla, Ricardo Velázquez, Florencio Madariaga, Rodolfo Ruiz, David Méndez, Felipe Patjane, Raciel López, José Juan Espinosa, Héctor Alonso Granados, Nancy de la Sierra, entre otros.
Hoy, la lealtad del barbosismo está una vez más a prueba.
Los nuevos integrantes del equipo cercano de Barbosa Huerta tendrán que demostrar quiénes están de su lado y quiénes no.
En días recientes, el gobernador reunió en una comida en un restaurante a un grupo de sus soldados, quienes recibieron este mensaje.
Después de felicitarlos por los diferentes aciertos que han tenido en sus encargos, Barbosa, quien destacó por su buen humor y por sentirse en la cima del poder, pidió una vez más el respaldo de su equipo para los importantes temas que vienen en la agenda pública del estado y para el futuro político en Puebla.
Como era obvio, el tema de la nueva designación del o la nueva auditora del estado fue uno de los principales.
Pero, uno se robó la atención de los presentes al conclave privado en la zona del barrio de Analco.
El gobernador Barbosa soltó a quemarropa una frase que despeja mucho el nerviosismo y el futurismo político que muchos están intentando sembrar en la aldea.
“Quién les dijo a ustedes que en Puebla va a haber candidato hombre. No se adelanten”.
Sin lugar a dudas, el enunciado de Miguel Barbosa, quien en los últimos días parece ser el gobernador preferido de Andrés Manuel López Obrador, comienza a darle definición para lo que se viene en el estado y, en específico, en su sucesión.
Nadie puede dudar que el mandatario poblano tiene información privilegiada y de primera mano que emana de Palacio Nacional.
Pocos son los que se niegan a verlo.
El nacido en el Valle de Tehuacán será uno de los principales actores políticos que tendrá derecho de voz y veto en la selección de candidatos, además de que cualquiera que sea el abanderado de Morena en los comicios presidenciales necesitará de su apoyo.
Así de claro.
Desde hace meses, Barbosa Huerta viene caminando muy de cerca con López Obrador y con Adán Augusto López, el poderoso titular de la Segob y quien es el gran operador del presidente a nivel nacional, a tal grado de que ambos han estado visitando a Puebla de manera frecuente.
AMLO ve en el gobernador poblano a uno de sus más fieles sargentos y a uno de los más capaces para sacar adelante el 2024.
No sorprende el fallido golpe que Raymundo Riva Palacio le dio al mandatario a unos días de la visita del presidente de la República, la segunda en lo que va de mayo, a territorio poblano para reunirse con agrónomos del estado.
La alianza entre Andrés Manuel y Miguel es más fuerte que nunca.
Por esto, es que Miguel Barbosa necesita que su grupo político se mantenga fuerte y unido.
Sin grietas ni deslealtades.
La ruta del barbosismo para el 2024 comienza a trazarse.
No hay lugar para las traiciones y las simulaciones.
Barbosa pone a prueba la lealtad de su grupo.
Fuera máscaras.
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