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«Donovan Carrillo gay»

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Las tres palabras que titulan esta colaboración periodística fueron, durante las últimas horas, tendencia en redes sociales y demuestran lo mucho que como sociedad nos falta no sólo por entender el tema de la diversidad sexual humana, sino también cómo el morbo y el argüende nos mueve en contra de lo que es realmente importante.

No obstante, permiten hacer una reflexión sobre varios puntos que a mi parecer, son aristas de un mismo fenómeno.

En primera, que Juan Gabriel aún después de muerto sigue siendo el «padrino» o impulsor de muchos jóvenes talentos, incluso cuando estos no tienen nada que ver con la música. No hay que olvidar que Donovan Carrillo se volvió un tema de interés nacional cuando en 2016 apareció sobre las pistas de hielo al ritmo de una canción del Divo de Juárez y provocó -sin querer- una oleada de ataques hacia su persona, supuestamente por «promover la homosexualidad» al patinar con rolas «que no son varoniles».

No cabe duda de que nuestro «Juanga» sigue siendo polémico hasta en la muerte, y estoy seguro de que, tanto su legado tanto como sus provocaciones, seguirán destapando cloacas,  destejiendo telarañas que aún perviven en la mente de los mexicanos.

El segundo punto que quiero analizar es hasta qué nivel siguen prevaleciendo los roles de género, los estereotipos, las formas y convenciones que rigen lo que supuestamente se espera de nosotros como seres humanos, especialmente si somos varones y vivimos en un país tan machista como el nuestro.

Las palabras «Donovan Carrillo gay» se volvieron trending topic debido a un tuit del periodista David Faitelson, quien señaló que, entre todos los obstáculos que el oriundo de Zapopan ha tenido que sortear, es precisamente la homofobia uno de los más grandes.

De inmediato más de uno se volcó inquisitivo en contra de Faitelson, al recordar aquella declaración que hizo Carrillo respecto a sus preferencias sexuales: «no me molesta que me digan gay porque no lo soy; me enfurece que usen la palabra gay como un insulto o burla a mi esfuerzo».

Los comentarios que reprendieron a uno de los periodistas más renombrados de México en materia deportiva, sin duda son  bienintencionados (algunos), pero ponen el dedo en la llaga de lo que muchos grupos conservadores han venido a llamar «la ideología de género»: cuando asumimos que los hombres y las mujeres se deben comportar de manera determinada, en automático fustigamos que quien se sale de la norma, llamándolo «maricón» o «machorra».

De lo anterior se desprende que no hay una sola forma de ser mujer, como tampoco hay una manera exclusiva de ser hombre. Del mismo modo que ser patinador no es sinónimo de homosexualidad, ni ser levantadora de pesas significa que se es lesbiana (remember Soraya Jiménez).

Conozco muchos, pero muchos varones heterosexuales quienes efectivamente han sido víctimas de homofobia a lo largo de toda su vida: cuando su genética no les permite hablar con una voz ronca, cuando siendo hombres deciden pintarse las uñas (está de moda), cuando tienen ciertos amaneramientos, o cuando, por así ser criados (¡o por la razón que sea!) se sienten más cómodos juntándose con las niñas, de inmediato se vuelven el blanco de desgarradores ataques y de violencia.

Esto no significa que su preferencia sexual sea diversa o disidente, y por ello decimos que David Faitelson no se equivocó en su comentario, ya que Donovan Carrillo en efecto, ha sido víctima de homofobia, aún si es gay o no lo es (eso para el caso no importa). Ojalá y quede claro que en este país -como en casi todos -, se puede ser objeto de lesbofobia sin ser lesbiana, o de racismo sin ser indígena o afro, por enumerar algunos ejemplos.

La tercera observación que se desprende del caso Donovan es lo meritorio de su participación en China. Tal vez sea un lugar común entre los miles de artículos periodísticos que se escribirán este día a raíz de su competencia, pero quiero hacer hincapié en todo el apoyo que recibe la Selección Mexicana de Futbol Soccer: patrocinios, entrenadores, recursos técnicos y económicos, publicidad al máximo…al lado de los cuestionables resultados que cuatrienio tras cuatrienio entregan.

Mientras que el joven que ayer llegó a una final de patinaje artístico en Juegos Olímpicos de invierno, ha tenido que entrenar prácticamente por cuenta propia, contando sólo con el impulso de sus familiares y seres queridos, en un país que no cuenta con pistas de hielo profesionales, y cargando encima con el pesado costal de la homofobia.

Porque créanme: la homofobia es una carga tan pero tan pesada que, con el paso del tiempo termina encorvando a cualquiera.

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