El brete de Morena en la capital

Mucho se ha cuestionado sobre la irrupción de priistas a Morena y la metamorfosis de este último hacia el partido tricolor, sin embargo, para que el Movimiento Regeneración Nacional transite en su totalidad hacia el Revolucionario Institucional deberá adoptar la disciplina partidista que caracterizó por años al otrora “partidazo”.

Y es que, es justamente la indisciplina de sus “vacas sagradas” y “peces gordos” lo que está fragmentando y afectando al partido fundado por Andrés Manuel López Obrador y poniendo en tela de juicio la continuidad de la 4T en el poder por un sexenio más.
El canibalismo interior es el principal cáncer que Morena padece, el cual no se ha podido extirpar ni le ha encontrado una cura certera a pesar del liderazgo moral y político tan fuerte que representa la figura de AMLO.
La disputa entre tribus, corrientes y grupos del Movimiento Regeneración Nacional fueron los principales vicios que el partido lopezobradorista heredó del PRD, aquel instituto monolito que logró darle poder y fuerza a la izquierda en México.
Miguel Barbosa, a la sazón de líder nacional del Partido de la Revolución Democrática, bautizó a estas guerrillas internas en el Sol Azteca como “la banda grupera”, que constantemente se disputaban de manera férrea y violenta el control de la dirigencia nacional, candidaturas de mayoría relativa y espacios plurinominales.
Luego de seis años en el poder, Morena no ha podido lograr lo que el PRI y el PAN sí hicieron como partido en el poder: una uniformidad entre sus militantes, disciplina y orden.
Si bien es cierto que la única voz cantante –hasta el 30 de septiembre– será la de López Obrador, la poca o nula conducta que existe en su partido es notoria y hoy es un poco más que riesgosa.
El primer foco rojo que debió encender las alarmas en Palacio Nacional fue la rebeldía y posterior victoria de “los duros” de Morena al lograr la unción de Clara Brugada como precandidata al gobierno de la Ciudad de México a pesar de que Omar García Harfuch era la carta marcada de Claudia Sheinbaum y el único en asegurar una victoria amplia sobre la alianza opositora que será abanderada por Santiago Taboada, el panista que amenaza con arrebatarle a la 4T su bastión histórico.
Pudieron más los intereses personales de los grupos que el pragmatismo de ganar una elección que hoy luce cuesta arriba para Morena y sus aliados.
La disputa, que este domingo subió bastante de tono, por la candidatura de Morena a la alcaldía de Puebla es otro caso que debería atraer los reflectores no solo de la dirigencia nacional del partido, sino, también la de Palacio Nacional.
En una estrategia incomprensible y hasta contraproducente, Alejandro Carvajal, en alianza con Claudia Rivera Vivanco, David Méndez y otro grupo de militantes de medio pelo con arraigo en la Angelópolis, están reventando el acuerdo de unidad que habían prometido frente al gobernador Sergio Salomón Céspedes y al precandidato a gobernador Alejandro Armenta.

Sin ningún argumento de peso más que el simplista de autocatalogarse como “lopezobradoristas” y el de presumir un supuesto pedigrí izquierdista, el grupo comandado por el obnubilado Carvajal Hidalgo confirmó que en Morena la disciplina partidista es un mito, que la palabra no tiene ningún valor y que los juramentos son palabras que se las lleva el viento.
La consigna de “fuera chapulines” con la que Carvajal y sus cómplices intentaron frenar y atacar a Pepe Chedraui, quien se perfila como el aspirante más aventajado para hacerse de la postulación de Morena en la capital, no solo es un despropósito en contra del empresario, quien no niega su pasado priista, también es una afrenta contra los dos liderazgos más importantes con los que cuenta la 4T en Puebla en la actualidad, quienes también se formaron en las filas del Revolucionario Institucional.
Más que una lucha de ideales, de galardones o de derecho de antigüedad, lo que realmente mueve al grupo opositor a Chedraui Bubid, quien goza de todas las simpatías y de una fuerte amistad con el gobernador Céspedes, es hacerse del jugoso presupuesto anual con el que cuenta el Ayuntamiento de Puebla, el cual roza los 7 mil millones de pesos.
Las ambiciones desmedidas de poder y la adicción al erario de algunos aspirantes de Morena han metido en un verdadero brete al partido lopezobradorista en la víspera del inicio de la batalla electoral del 2024.
La mala selección del o la abanderada en la capital o la imposición de un perfil repudiado y con antecedentes de incompetencia podría hundir –como ya sucedió en el 2021– a Morena en la capital y la zona metropolitana y causarle un daño colateral mayor y hasta irreversible a Alejandro Armenta.
¿El grupo de “los duros” del morenismo poblano se saldrán con la suya como lo hicieron estos mismos “militantes de cepa” en la CDMX?
Tremendo será el reto que tendrán por delante tanto Alejandro Armenta, Olga Garci-Crespo y hasta Sergio Salomón para destrabar el enredo de la candidatura por la presidencia municipal de Puebla.
Y lo peor para Morena es que a esta novela aún le faltan dos meses para terminar.
¡Ay, nanita!
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