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El peso del ejercito electoral para los comicios de junio

Morena solo tiene que resolver el brete en el que se le ha vuelto la unción de su candidato en la capital, en la que parece que los astros se le empiezan a alinear a Pepe Chedraui, aunque Alejandro Carvajal no da su brazo a torcer, para después destrabar en…
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Ahora que estamos cerca de la definición de las y los que serán los candidatos –tanto de la alianza Sigamos Haciendo Historia y del bloque opositor Mejor Rumbo para Puebla– a diputados locales y a alcaldes por los 26 distritos y los 217 que integran la entidad poblana, vale la pena señalar la importancia que tendrán estos perfiles, pues en ellos recaerá gran parte de la movilización y el armado de la estructura para la elección del 2 de junio.

Las guerras –en el lenguaje político– se ganan desde los cuarteles.

Esta será la clave, tal vez la principal, para ganar los próximos comicios por el gobierno de Puebla.

La selección de los candidatos a alcaldes es el punto de inflexión para conocer si Eduardo Rivera y la alianza conformada por el PAN, PRI, PRD y PSI tienen reales intenciones de arrebatarle el poder del estado a Morena y retener y hacerse de las principales alcaldías, como lo son la capital, la zona metropolitana y cabeceras importantes como Atlixco, Teziutlán, Zacatlán o Huauchinango, San Martín Texmelucan o Tehuacán.

Hoy por hoy, Alejandro Armenta también parte con ventaja sobre su rival panista, pues a lo largo del proceso interno de Morena dejó claro que varios liderazgos regionales ya están de su lado, como los Morales, en Tepeaca; los Lastiri y los Márquez, en Zacatlán; parte de los Rivera, en Chignahuapan; los Vega Rayet y los Chidiac, en la Mixteca; los Soto, en Libres y San José Chiapa; los Vargas y los Natale, en Huauchinango, y súmele un largo ‘etcétera’ a la lista.

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Los grandes señores feudales de sus regiones.

Quien crea que los cacicazgos no son suficientes o necesarios para ganar la elección al gobierno del estado que tan solo revise un poco los resultados de los comicios estatales más recientes, los del 2018 y los del 2019, en donde los candidatos ganadores, Martha Erika Alonso y Miguel Barbosa –ambos fallecidos en este sexenio–, se alzaron con la victoria con el voto del interior del estado y perdiendo la capital y la zona metropolitana.

Si bien el estado es bastante urbanizado lo que le “juega en contra” al partido en el poder –en este caso Morena– al ser un voto más razonado o elevar el porcentaje de los switchers, la realidad es que el llamado ‘voto verde’ no solo es primordial, sino, necesario para Alejandro Armenta y para Eduardo Rivera.

En este rubro, la alianza conformada por Morena-PT-PVEM-FXM-Panal parece que cuenta con los mejores cuadros en cabeceras importantes de la entidad y que sus bastiones, como Tehuacán, San Martín, Atlixco, Teziutlán o Tepeaca, de manera difícil pasarán a manos del PAN o del PRI ante la falta de perfiles competitivos que puedan plantarle cara a Pedro Tepole (con todo y su pésimo gobierno), Norma Layón, quien también saldrá muy mal evaluada; a Ariadna Ayala y Carlos Peredo, quienes tienen amarrada su reelección; y a Pepe Huerta, quien no buscará repetir en el cargo, pero que su tierra natal es la del gobernador Sergio Salomón Céspedes, quien ha dominado en la región desde hace una década.

A esto hay que sumarle que Alejandro Armenta tiene su gran fortaleza justo en el interior del estado, en donde la gente no solo lo reconoce, también lo conoce, ya que es un político que ha recorrido de sur a norte la entidad en más de una ocasión gracias a sus cargos como servidor público y representante popular.

Ni que decir de sus dos grandes operadores políticos y territoriales, Julio Huerta y Andrés Villegas, quienes de algo se han caracterizado en este sexenio es por crear estructuras de tierra reales y probadas con las que ganaron todas las batallas del exgobernador Barbosa y ahora para Céspedes Peregrina, Claudia Sheinbaum y el propio Armenta Mier.

El panorama en la esquina azul, la que lidera Lalo Rivera, no solo es complicado, también luce bastante oscuro, pues no se ve con claridad a un gran operador territorial o de movilización como los que sí tienen en la casa de la 4T.

Si se puede mencionar que Rivera Pérez cuenta con un bastión es en la capital en donde la postulación de Mario Riestra fue un gran acierto, y tal vez, en San Andrés Cholula, en donde Edmundo Tlatehui puede presumir buenas cuentas entregadas, pero que su reelección o la imposición de su esposa Lupita Cuautle ya no es el todo bien vista por las corrientes internas panistas de la región.

Sin embargo, como lo mencioné en los párrafos anteriores, ganar la capital y la zona metropolitana –aunque sea por una amplia ventaja– ya no es suficiente para salir avante en los comicios del primer domingo de junio.

Morena solo tiene que resolver el brete en el que se le ha vuelto la unción de su candidato en la capital, en la que parece que los astros se le empiezan a alinear a Pepe Chedraui, aunque Alejandro Carvajal no da su brazo a torcer, para después destrabar en cascada el resto de los municipios de mayor a menor importancia.

En cambio, la tarea para Eduardo Rivera no solo luce complicada, sino, casi imposible de lograr ante una baraja de aspirantes poco competitivos y de peso en sus regiones y una estructura que, parece, está en ruinas y que le falta varias piezas para comenzar a arrancar.

Quien tenga a los mejores candidatos a alcaldes y diputados locales tendrá casi en su bolsa la gubernatura del estado.

Los ejércitos ya velan armas.

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