Las garras perversas de diciembre de 2022
Una perversidad superlativa buscó apoderarse del gobierno de Puebla, tras la muerte del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, en diciembre de 2022.
Una pandilla de vulgares ambiciosos negoció, apenas conocieron la noticia, en la Ciudad de México, para que Moisés Ignacio Mier Velazco fuera el gobernador sustituto.
Los dirigentes nacionales del PAN, Marko Cortés; del PRI, Rafael Alejandro, alias “Alito”, Moreno Cárdenas, y el entonces secretario de Gobernación, un inflado, que luego ha resultado insustancial e irrelevante, Adán Augusto López Hernández, pactaron la entrega de Puebla, para su saqueo y apropiación, al grupo de los «Morenachos».
¿Qué hubiera pasado? Inimaginable el daño, tanto como irreversible.
En varias entrevistas, diputados locales que participaron en la decisión de quién sería el gobernador sustituto, han contado con lujo de detalles lo que ocurrió en esos días aciagos, especialmente la noche del 14 de diciembre y la madrugada del jueves 15 de aquel 2022.
No es un despropósito ni una lisonja pronta, decir que esos diputados y diputadas aguantaron y no se doblaron, ni ante las promesas de bonanza económica y política, ni ante las feroces amenazas de los enemigos de Puebla.
Sí, Moisés Ignacio y Adán Augusto son enemigos de Puebla, o así se exhibieron con su comportamiento. El ágil juicio popular de los poblanos y las poblanas los ha definido así ya.
Emisarios literalmente del infierno político nacional quisieron imponer a Moisés Ignacio, que tenía un plan más largo y perverso para apoderarse de la gubernatura, más allá de los dos años que restaban al periodo que dejó trunco el fallecimiento de Miguel Barbosa, quien había combatido las garras perversas de ese grupo.
Los distintos testimonios y los retazos de la narrativa de esos hechos no dejan dudas, los diputados y las diputadas locales dieron la cara y se plantaron valientes.
Hubo manos firmes delante de la resistencia legislativa de esos 14 y 15 de diciembre de 2022, como la del hoy gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, de sus compañeros de Morena y los partidos aliados; hasta el siempre acomodaticio hoy expriísta Charbel Jorge Estefan Chidiac mostró convicción – tal vez por primera vez en su vida – y desoyó al perverso “Alito” Moreno.
La evocación de esa noche y madrugada viene a cuenta por la pieza retórica que Sergio Salomón ofreció el lunes pasado, en la inauguración de la nueva sede del Congreso local.
Tal vez el discurso más fuerte y potente, hasta ahora, del mandatario.
Una alocución ausente de eufemismos y muy frontal, para señalar con claridad a los traidores de Puebla. Obviamente, por su estatura institucional, los nombres se evitaron; personalmente creo que los traidores no merecen la referencia desde esa investidura.
“Este recinto, además de necesario, es un reconocimiento a mis compañeros diputados de la 61 Legislatura que, al igual que otros mexicanos en la historia, tuvieron que tomar decisiones importantes por las condiciones que imperaban en Puebla.
«Hace ya prácticamente dos años que nuestro estado vivió la muerte del gobernador Luis Miguel Barbosa. A partir de ese momento se vivieron momentos críticos, horas críticas.
«Todas y todos ellos dieron la cara por Puebla, entendiendo la importancia que tenía su decisión en el presente y en el futuro de nuestra entidad.
«Quiero decirles que no fueron momentos sencillos, y no me refiero a la decisión que tuvieron hacia mi persona, va mucho más allá de eso. Hay que reconocer en todas y todos ellos su valentía en privilegiar los intereses de Puebla y de los poblanos, por encima de los intereses cupulares de los partidos a nivel nacional o, inclusive, personales (…)
«Quiero reiterar que todos ellos, en el momento de las decisiones especiales e importantes, tuvieron la altura de miras para jamás buscar mediar posición o dádiva alguna, por eso siempre honré y honraré su palabra, su honorabilidad y su amor a Puebla. Mi reconocimiento a todas y a todos ustedes, muchas gracias.
«Hubo dos momentos especiales que marcaron esa madrugada después de la toma de protesta: la incertidumbre de qué pasaría al otro día, si sería reconocida legal, política y moralmente la decisión de esta gran soberanía.
«No es caso menor, hay que analizarlo con mucha puntualidad. Y un reconocimiento a todo el equipo técnico del Congreso porque fue una pieza legal impecable (…)
«No fue hasta alrededor de las 8:30 de la mañana del día siguiente, cuando en el ejercicio democrático de ‘La mañanera’ un reportero le preguntó al presidente qué opinaba de lo que había sucedido en Puebla.
“Y él, demostrando su altura de miras, su espíritu republicano y demócrata, y en un pleno y amplio reconocimiento y respeto a las instituciones, contestó que el Congreso decide.
«Qué momento, de ese tamaño es Andrés Manuel López Obrador…», hasta aquí la indispensable cita a la impecable pieza de Sergio Salomón.
Puebla ha tenido en el tiempo reciente varias batallas, contra las resistencias de los grupos de corrupción; contra el fascismo feroz y contra la perversidad, que derrotó y atajó finalmente el gobernador electo Alejandro Armenta.
Todas, citando una canción de Silvio Rodríguez, han sido “para cada cual, su batalla de Playa Girón”.
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