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Moneda de cambio

columna historias de un joven reportero Gerardo Ruiz 1

Uno de los principios de la famosa comunicación política apunta que en el mensaje está el fondo.

A la fecha, nadie ha entendido las razones que motivaron a Ignacio Mier, el aspirante más desbocado de Morena para las elecciones del 2024, a justificar sus actos anticipados de campaña con la fantasmal y poco influyente “Central Municipal” para inundar la entidad con anuncios espectaculares y bardas rotuladas con su fotografía, nombre y el de la revista digital, del Estado de México.

Si analizamos a detalle la publicidad violatoria del artículo 134 constitucional y de las leyes ambientales de Puebla encontramos ciertas pistas que podrían conducir a la verdadera ruta de Mier Velazco para el proceso electoral del próximo año.

¿Por qué resaltar tanto el nombre de “Central Municipal”?

Entre el equipo cercano del expriista existe la sospecha, cada vez más sustentada, que aquel en realidad está “apuntando a la luna para caer en una estrella”.

O en otras palabras: apuntar a la gubernatura, para caer en la alcaldía de la Angelópolis.

Cierto como lo es, Nacho Mier ha demostrado que su proyecto político a Casa Aguayo es una ocurrencia basada en las circunstancias políticas que lo llevaron a ser designado el coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputaos.

El exdirigente priista carece de popularidad, no es conocido al interior del estado y no posee una estructura territorial de peso que le alcance para pelear una elección al gobierno del estado.

El único coto de poder que posee Mier es el municipio de Tecamachalco, localidad que está en llamas por la ola de violencia, la presencia del narco y por la incapacidad de su hijo, Ignacio Mier Bañuelos, como presidente municipal.

El legislador también cree que en Puebla capital aún posee cierto margen de maniobra al heredar la obsoleta estructura política del impresentable Enrique Doger.

Por estas razones es que Moisés Ignacio ya se plantea la posibilidad de mejor contender por la alcaldía de Puebla en los próximos comicios ante sus nulas opciones de llevar a buen puerto a la 4T como abanderado de Morena en el estado.

Este juego Nacho Mier lo conoce a la perfección, pues lo ha jugado en otras elecciones, pero no como el actor principal.

Estirar la liga al máximo, pero no romperla.

Esta es la estrategia con la que el exlíder priista ha logrado sobrevivir las últimas décadas y ha hecho millonarios negocios al amparo del poder.

En el pasado reciente, el binomio conformado por Mier y Doger emplearon su método de chantaje para conseguir posiciones y ganancias en tiempos electorales, como así sucedió en las elecciones intermedias del 2013 y en los comicios sucesorios del 2016 y 2018.

Como reportero de Diario CAMBIO fui testigo de cómo Doger Guerrero, en una reunión en su búnker en la colonia Gabriel Pastor, estiró la liga al máximo en la interna del PRI para elegir a su candidato a la presidencia municipal de Puebla capital para conseguir posiciones en su planilla de regidores una vez que Enrique Agüera fue ungido como el abanderado tricolor en la Angelópolis.

En el 2016 la historia se repitió, pues Enrique amenazó con renunciar a su militancia priista si no le entregaban la delegación federal del IMSS en Puebla como premio de consolación por no ser elegido como el candidato al gobierno del estado.

Sí, hoy Nacho Mier está empleando el método del chantaje otra vez.

Ahí está la clave de la Operación “Central Municipal”.

Pelear hasta el final por la candidatura al gobierno del estado para que le alcance para ser el abanderado de Morena en la capital.

Una moneda de cambio bastante devaluada, pues lo que Mier Velazco no está viendo es que los poblanos no solo no lo conocen, sino que, los pocos que lo conoce, lo tienen en un concepto negativo.

A Nacho lo conocen poco y lo conocen mal.

La liga, todo indica, esta vez sí se va a romper.

Sin estructura, sin proyecto y sin una ruta clara.


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