Pocos son los partidos políticos que a nivel nacional se han logrado consolidar como una opción emergente para los votantes, pues la falta de una oferta electoral fresca y diferente, además de mostrarse como una alternativa alejada del poder en turno, son requisitos que fallan a la hora de cautivar a la sociedad en los tiempos de campañas.
Desde su reinvención a Movimiento Ciudadano tras fundarse como Convergencia, el llamado partido naranja ha ido ganando adeptos en todo el país a tal grado de hacerse de dos de las principales gubernaturas, Jalisco y Nuevo León, en México, al tiempo de ganar espacios en las dos Cámaras del Congreso de la Unión.
También, MC cuenta entre sus filas a la opción más competitiva de la oposición para las elecciones presidenciales del 2024, en la figura de Luis Donaldo Colosio Riojas, el joven y prometedor alcalde de Monterrey.
Como lo he mencionado en una entrega anterior de las Historias de un Joven Reportero, el hijo del mítico priista Luis Donaldo Colosio Murrieta es el perfil con mejores números en las encuestas más serias y formales que miden la intención al voto para los comicios sucesorios de Andrés Manuel López Obrador.
Sí, Movimiento Ciudadano es la tercera vía hoy por hoy en México.
Sin embargo, en Puebla, la franquicia que hoy le pertenece a Fernando Morales, un recalcitrante marinista que logró mutar al morenovallismo sin ningún pudor, no es más que un partido político manejado como un modelo de negocios, que sirve para llenar los bolsillos de aquel que se ostente como dirigente estatal.
La realidad es que el partido naranja no es más que un modelo de negocios que no busca crecer en las preferencias de los votantes ni ganar elecciones, sino, manejar con total discrecionalidad y opacidad las prerrogativas del partido, vender al mejor postor –como si se tratase de una subasta– las candidaturas en juego y repartir los espacios plurinominales, en caso de que sus paupérrimas cifras alcancen, entre los líderes y sus amigos.
Esta es la historia que hemos visto una y otra vez.
Desde que el prófugo e impresentable José Juan Espinosa era el dueño de la franquicia emecista en Puebla hasta el presente en el que “El Parri” Morales controla al partido, este ha sido el modelo con el que MC es conducido.
En más de una década, Movimiento Ciudadano no ha dejado de formar parte de la chiquillada de partidos políticos en la aldea.
Ser candidato o candidata por el partido naranja es más una carga onerosa y vergonzante que una oportunidad real de representar a un distrito, local o federal, o un municipio.
Tan solo basta recordar el infame pasado reciente de MC en Puebla, cuando en las elecciones intermedias del 2021 postularon a personajes de una reputación más que dudosa, como el caso del presunto pederasta Elías Medel y el escándalo que protagonizó con su hija menor de edad.
La franquicia naranja, a cargo de Fernando Morales, camina a contrasentido de la ruta nacional.
Hoy, el partido emecista está dispuesto, en su desesperación por crecer a como dé lugar y para dejar de ser visto como parte de la pipitilla política, de aceptar a cuanto personaje de no grata memoria toque su puerta.
La periodista Elvia Cruz en su columna del lunes “Punto y Aparte” exhibió que un grupo de exfuncionarios municipales de la gestión de Claudia Rivera Vivanco, que encabezó la peor alcaldía en la historia de Puebla capital y que fue considerada del 2018 al 2021 como la más ineficiente de México, buscan cobijo en Movimiento Ciudadano, una vez que en Morena ya no encuentran cabida por su alto repudio social.
Los claudistas son una suerte de peste a la que nadie quiere estar expuesto.
Conocedores de que en la nueva era del morenismo poblano no tienen cabida, los impresentables Eduardo Covián, Mónica Prida, Norma Pimentel y Alejandra Rubio Acle, se placearon el lunes durante el encuentro en la Angelópolis que el líder nacional emecista Dante Delgado sostuvo con la militancia del partido naranja.
Fernando Morales debería replantearse su papel de ropavejero y si está dispuesto a cargar con todos los negativos de los incondicionales de Rivera Vivanco.
¿Quién en su sano juicio le puede dar cabida a los claudistas que llevaron a la ruina al Ayuntamiento de Puebla y que sumieron en la miseria a nuestra ciudad?
¿Será que “El Parri” Morales está tan distraído en otros asuntos que les dejó vía libre a los exfuncionarios de Rivera Vivanco?
No se pude entender la necesidad de hurgar en el pasado más ignominioso de la ciudad de Puebla cuando en las filas de Movimiento Ciudadano se cuentan con cuadros talentosos y profesionales como Martha Tagle o Marisol Calva, dos mujeres que han puesto bastante en alto el papel de las poblanas y el feminismo bien encausado.
Movimiento Ciudadano en Puebla es la oportunidad desperdiciada.
Es lo que hay.