“No intervendré en las elecciones”: Sergio Salomón empeña su palabra frente a los poblanos
El juramento del gobernador Sergio Salomón Céspedes de no inmiscuirse ni inclinar la balanza a favor de Morena y de sus candidatas en la elección en marcha en la que todos los cargos de elección popular serán renovados el próximo 2 de junio no solo es imperativa y una obligación legal, sino que, también es una promesa –como ya lo hizo cuando rindió protesta en diciembre del 2022– frente a todos los poblanos.
El mandatario poblano empeñó su palabra.
Si bien es cierto que las leyes electorales así como la Constitución Política de México prohíbe a los servidores públicos coaccionar el voto u operar a favor de un partido político o candidato, la promesa de Céspedes Peregrina no sobra en estos tiempos electorales en los que el actuar de los funcionarios se revisa con lupa y levanta muchas sospechas.
Pocos o prácticamente ningún gobernador –ya sea de Puebla o de cualquier otro estado– resiste a la tentación de intervenir de manera descarada en las elecciones.
En la última entrega de esta columna comenté sobre el actuar ilegal, descarado y hasta ignominioso de Rafael Moreno Valle y de Tony Gali en las elecciones del 2018 cuando ambos fueron piezas claves para orquestar el fraude electoral en contra de Miguel Barbosa para imponer a Martha Erika Alonso en el gobierno del estado.
Desde el gobierno, que tenía como encargado de despacho a Gali y que en los hechos seguía bajo el control de Moreno Valle, se operó una elección de estado en la que se desviaron millones de pesos a favor de Alonso Hidalgo, se ordenó a las corporaciones policiacas desaparecerse de las calles el día de la jornada electoral y se puso a todos los secretarios y directores a trabajar a favor de la entonces abanderada del PAN, quien apenas estuvo en el cargo por 10 días antes de su fatídica muerte en la navidad del 2018.
De 1996 a 2022 las autoridades electorales han anulado tres elecciones de gobernador: en 2000 la de Tabasco, mientras que en 2003 y 2015 las de Colima.
En Tabasco, el PAN y el PRD desconocieron los resultados de los comicios del 2000 al acusar al entonces gobernador, Roberto Madrazo Pintado, de intervenir en el proceso en favor del abanderado del PRI, lo cual fue avalado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que anuló la elección.
Tres años después, el TEPJF anuló otra nueva elección al gobierno del estado, en ese caso fue la de Colima. Los magistrados del máximo tribunal electoral del país consideraron que el entonces gobernador de Colima, Fernando Moreno Peña, incurrió en el proceso con recursos públicos para favorecer al candidato del PRI.
La tercera elección anulada fue la de Tabasco en 2015. El Tribual Electoral Federal no validó los comicios de este año luego de determinar que Rigoberto Salazar Velasco, secretario de Desarrollo Social del estado, influyó en la elección en favor del abanderado priista.
En estos tres casos hubo un factor común: la intervención de los gobiernos estatales.
En el 2018, Puebla estuvo a un voto en el pleno del TEPJF de que la elección estatal de ese año se anulara por la intervención de la administración estatal, la violencia desbordada en la jornada electoral y el rompimiento en la cadena de custodia de la papelería electoral por parte del IEE en el proceso que tuvo como ganadora a Martha Erika Alonso –insisto– de forma fraudulenta.
Con estos antecedentes nada célebres, la promesa del gobernador Sergio Salomón cobra una mayor relevancia.
“No nos verán participando en ninguna campaña, y estamos muy comprometidos con la paz y la seguridad de los poblanos y que se pueda llevar esta elección con estricto apego a la democracia”, fueron las palabras que derrumbaron a todas esas acusaciones sin sustento que señalan al mandatario poblano de encabezar una elección de estado.
Reitero, pocos son los gobernadores que no sucumbieron ante la tentación de ayudar a su partido político, pero si hay algún mandatario que ha honrado su palabra ese es Sergio Salomón Céspedes.
Se equivocan todos aquellos candidatos que miran hacia el gobierno del estado para encontrar al responsable de que los votantes no estén confiando en ellos.
También ya lo dijo el gobernador de Puebla: “Recordemos que los tiempos de contraste que hoy vivimos por las campañas políticas son cortos y mucho más largo el tiempo de construcción colectiva. Es preciso que haya mesura porque Puebla lo merece”.
Tan cierto como lo es, Puebla merece mesura y campañas de altura.
Nadie quiere otro Moreno Valle ni otros “Eukids” interviniendo de cuerpo completo en las elecciones.
Y nadie es nadie.