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El PAN solo pierde un voto con la expulsión de Genoveva Huerta

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La supuesta “guerra civil” que se vive al interior del PAN en Puebla no es más que un genial invento de quienes quieren ver mermado el proyecto político de Eduardo Rivera rumbo a las elecciones del 2024, quien se perfila como el rival a vencer en dichos comicios que definirán al próximo gobernador del estado.

Resulta inverosímil, por decir lo menos, que la inminente expulsión de Genoveva Huerta, por un supuesto quebranto de 11 millones de pesos durante su último año al frente de la presidencia del Comité Directivo Estatal del partido azul, sea un duro golpe para Acción Nacional a nivel estatal.

Nada más alejado de la realidad.

Y es que, Huerta Villegas no es un liderazgo con un peso específico al interior del panismo poblano o una mujer que cuente con una demarcación bien identificada como su coto de poder, a diferencia de otras y otros militantes que sí tienen bien definidos sus bastiones como el caso de Ana Teresa Aranda, en el Distrito XII; o Mario Riestra, en el XI; o el propio Rivera Pérez, quien domina la zona metropolitana poblana y quien tiene niveles bastante altos de confianza y conocimiento al interior del estado.

El historial político-electoral de Genoveva Huerta habla por sí solo.

En el 2015, la exlideresa panista logró ganar su primera elección de la mano de la maquinaria morenovallista, la cual la llevó a imponerse en el Distrito IX federal y así ocupar una curul en la Cámara de Diputados, pero tres años más tarde, “La Jefa Geno” fue arrasada en esta misma demarcación por Leonor Vargas, quien le ganó dos a la lucha por la diputación local.

A pesar de ser “oriunda” de San Pablo Xochimehuacan, Genoveva Huerta no pudo conservar a la zona norponiente de la capital como su bastión ante la falta de arraigo, trabajo de tierra y gestiones para los panistas y electores de esta demarcación, quienes ahora están más identificados con Carolina Beauregard o con los diputados locales Oswaldo Jiménez, José Antonio López o Iván Herrera, de PT y Morena.

Lo mismo sucede con el municipio de Zapotitlán Salinas, de donde Genoveva se dijo originaria para justificar así el hurto de una curul plurinominal reservada para una persona indígena en San Lázaro, pues en dicha localidad la diputada federal no tiene una sola calle recorrida o una casilla que puede presumir como suya.

Es decir, con la expulsión de Genoveva Huerta, el PAN solo perdería un voto en el 2024: el de ella.

Huerta Villegas, como la gran mayoría de morenovallistas, demostraron que sin Rafael Moreno Valle en vida su valía política se reducía a lo mínimo.

Tampoco es que el tránsfuga grupo que aún se mantiene con la exdirigente del PAN posea un empuje del que el partido azul no deba prescindir para el proceso del próximo año.

La realidad es que la mayoría de los colaboradores identificados con la diputada federal plurinominal ahora están como subordinados de Ignacio Mier, como sucede con Fernando Manzanilla, Sandra Izcoa o Clemente Gómez, lo que confirma la alianza que la legisladora tiene con su homólogo de Morena.

Para nadie es un secreto el pacto que desde el 2020 signaron Genoveva y Moisés Ignacio.

Los acuerdos quedaron más que claros en la elección intermedia del 2021, mismo proceso en el que también Genoveva aseguró –como lo hace ahora– que sería una mujer la que abanderaría al PAN en la Angelópolis.

La expulsión de Huerta Villegas no solo es un tema de justicia partidista, también es un notable movimiento político, ya que su salida representa una purga de todos los infiltrados del binomio Mier-Manzanilla que mucho afectarán al PAN en la elección del 2024, entre los que también se encuentra Eduardo Alcántara, quien también tiene un pie y medio fuera del partido.

Acción Nacional en Puebla no puede correr el riesgo de tener a quintacolumnistas en sus filas para los comicios venideros, los cuales lucen para ser bastante cerrados y agresivos por todo lo que estará en riesgo.

El término de “Guerra Civil” panista, insisto, es bastante cuestionable, ya que uno de los bandos vive una verdadera decadencia y no tiene nada valioso que sumar en lo político o electoral, mientras que el otro tiene todo para prescindir de ellos sin que esto se traduzca en un ‘daño colateral’ para el 2024.

Una “guerra” bastante dispar.

Lo único cierto es que el PAN solo perdería un voto para las próximas elecciones en Puebla tan es así que ni Marko Cortés, el líder nacional panista, ha metido las manos para frenar el proceso de expulsión de su supuesta amiga.

Esa es la realidad.


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