Las elecciones, al final de cuentas, se tratan de sumas y restas.
Un sencillo juego aritmético.
Gana el que más votos sume.
El siniestro Rafael Moreno Valle cometió un terrible error, en sus desmedidas ambiciones de ser candidato presidencial, que promovió en el 2012 una serie de reformas para empatar los tiempos electorales de Puebla con los federales y así hacer concurrentes los comicios del estado con los del 2018 para verse beneficiado en su sueño guajiro de convertirse en presidente de la República.
O al menos esa era su intención.
Con estos cambios, entre los que se incluía la figura del minigobernador (Tony Gali) de 20 meses, Puebla comenzaba a jugar con las reglas de las elecciones presidenciales, la cuales, sobra decirlo, no son elecciones de estructuras y se convierten en verdaderas batallas ciudadanas en las que ninguna movilización, acarreo o estrategia funciona.
La entidad poblana pudo mantenerse con sus propios tiempos, como sucede en el Estado de México y en Coahuila, pero Moreno Valle, sin medirlo lo suficiente y menospreciando en su totalidad el efecto y alcances de Andrés Manuel López Obrador, modificó las reglas e hizo un juego nuevo.
Ahora, Puebla está sujeto a la inercia de las elecciones presidenciales.
De hecho, el propio Moreno Valle asegura que “no existía estructura que alcanzara cuando la votación superaba el 60% de participación”.
Ninguna elección ordinaria para definir a el o la gobernadora de Puebla ha registrado una votación menor al 60%.
Sumas y restas.
Aunque muchos ven disminuido y sin valía al priismo a nivel nacional o en lo local, la realidad es que el Revolucionario Institucional, en plena decadencia y crisis, es un partido que mantiene sus canicas, las cuales siguen siendo apreciables en tiempos electorales.
El PRI, aún disminuido, es un instituto que puede ser el fiel de la balanza en Puebla en los comicios del 2024.
Para nadie es un secreto que la cifra mágica para ganar las elecciones al gobierno del estado ronda el millón y cien mil votos.
Los abanderados de Morena y el del PRIAN deberán tener sí o sí ese número en la mente.
Con Miguel Barbosa en vida, la alianza Juntos Haremos Historia logró registrar los 850 mil votos, cifra que mantuvo en las elecciones intermedias del 2021, en las que logró retener la mayoría en el Congreso local y ganar las alcaldías en las que decidió operar; en la consulta de revocación de mandato de AMLO; y en las internas del partido marrón para renovar el Consejo Político y el Comité Estatal.
¿Nacho Mier o Alejandro Armenta tienen esa cantidad de votos que hoy por hoy responden a los intereses de Sergio Salomón y Julio Huerta?
Claro que no.
Por su parte, el Partido Acción Nacional tiene un piso que rebasa los 500 mil votos, los cuales se concentran en su mayoría en Puebla capital y en la zona metropolitana, zonas que se han convertido en una fortaleza desde el 2019.
¿Cuánto vale el PRI en votos en la actualidad?
De acuerdo con las cifras oficiales publicadas por el INE, el Revolucionario Institucional tiene un voto duro que alcanza los 400 mil sufragios, que sumados a los 500 mil del PAN ya suman cerca de 900 mil votos seguros, lo que ya es una cifra para considerarse.
Sin importar para quién jueguen sus militantes, cacicazgos o ‘vacas sagradas’, el PRI vale 400 mil votos.
Claro, si la disciplina tricolor prevaleciera, el otrora ‘partidazo’ seguro valdría mas.
De que el tricolor tiene sus canicas, las tiene.
Y eso lo puede llevar a una buena negociación con el PAN para las elecciones del 2024, entre las que podría estar la primera posición plurinominal al Congreso del estado y la segunda posición en la fórmula para pelar por el Senado de la República.
Pero, hay otra posición que le interesa mucho al PRI y esa es la alcaldía de Puebla capital, candidatura que podría recaer en Blanca Alcalá o Jorge Estefan Chidiac, quienes, sin lugar a duda, aumentarían de forma considerable las posibilidades de Eduardo Rivera de ganar en el 2024.
La negociación para nada es fácil ni tampoco puede darse como un hecho, ya que en esta ecuación Acción Nacional tendría que sacrificar a Mario Riestra y Ana Teresa Aranda, dos perfiles que vienen trabajando muy bien en San Lázaro y que también cuentan con oportunidades reales para que el albiazul mantenga la alcaldía de la Angelópolis.
Las condiciones del PRI suenan ambiciosas, pero su bolsa de votos puede marcar la diferencia.
Las canicas tricolores también juegan.
Por eso formalizar la alianza entre el PAN y PRI es un paso adelante más para Lalo Rivera.
Insisto, al final todo se trata de sumas y restas.
Matemáticas simples.
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