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Puebla capital, la prueba «piloto» en la transición nacional

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Algo interesante está a punto de ocurrir en la ciudad de Puebla, donde este viernes volverá a gobernar el Partido Acción Nacional, tras un trienio bajo la égida de Morena.

Es interesante porque quizás la capital de Puebla se convierta en el laboratorio de un cambio dramático en materia de régimen político, que en sólo tres años pasará de ser gobernada por el panismo-morenovallismo al morenismo y de vuelta al panismo de cepa.

Cuando los habitantes de Puebla, subidos en la ola del lopezobradorismo en 2018, decidieron convertir a la ciudad, un tradicional bastión panista en la segunda urbe más importante bajo el gobierno de Morena, la Puebla del rosario y de las iglesias en cada calle, accedió por fin a tener un primer gobierno de izquierda.

Esa oportunidad que durante años anhelaron los sectores populares tradicionales llegó para un grupo de supuestas feministas, académicos, activistas, quienes prometieron una forma diferente de gobernar, una «ciudad incluyente». La ciudadanía no reparó entonces en la falta de experiencia de ese grupo: sólo vieron en él el emblema de los vientos de cambio, en medio del contexto de agravio que dejó el morenovallismo.

Tres años más tarde, los ciudadanos recularon en esa primera aventura liberal que decidieron emprender de la mano de Morena y, aplicando el famoso «más vale viejo por conocido…» concedieron una segunda oportunidad a Eduardo Rivera, quien desde 2018 había levantado la mano para repetir en el cargo que ocupó entre 2011 y 2014.

Interesante también esta radicalización en el cambio de dirección en el Ayuntamiento de Puebla, que de la «izquierda» tradicional viró hacia la derecha más moralista, encabezada por un alcalde que es miembro de El Yunque.

Esta no es la primera vez que dicha organización semi secreta gobierna en la ciudad capital del estado, pero lo que sí es digno de llamar la atención es cómo la experiencia de Morena en el gobierno de la ciudad dejó un muy mal sabor de boca entre los poblanos, quienes optaron por regresar el bastón de mando a la derecha más radical del país.

Puebla y el alcalde Eduardo Rivera tendrán por lo tanto la presión de saberse bajo los reflectores nacionales, como botón de muestra de que la derecha «sí sabe gobernar» y que puede corregir el rumbo del «desastre» que dejó Claudia Rivera Vivanco.

Impulsado por el calderonismo, lo que haga ese panismo de cepa en la capital del estado podría ser la prueba «piloto» de una sucesión similar en la presidencia del país o en otras ciudades importantes de México.

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