La cifra es indignante: 8 mil metros cuadrados de historia de Puebla en manos de privados.
¿En qué momento se les ocurrió a los últimos cinco gobernadores, Melquiades Morales, Mario Marín, Rafael Moreno Valle, Tony Gali y Martha Erika Alonso, que la historia poblana fuese privatizada?
Desde la administración de Manuel Bartlett, quien presentó y ejecutó en 1993 el “Programa Parcial de Desarrollo Urbano, Mejoramiento, Conservación e Integración del Paseo del Río San Francisco”, en un polígono de 27 manzanas y un área aproximada de 25 hectáreas de la zona monumental en los márgenes del antiguo río, ninguna otra gestión dio seguimiento a este proyecto para salvaguardar la historia de Puebla.
El PRSF, como se le conocía al proyecto del Paseo del Río San Francisco, fue torcido y se convirtió en un verdadero saqueo de la historia de Puebla y en un negocio para los barones de la Iniciativa Privada aldeana.
El corazón de Puebla en manos de los empresarios.
¡Vaya infamia!
El rescate del patrimonio de la Ciudad por parte del gobierno de Miguel Barbosa no es solo un hecho histórico y relevante, es una deuda que se tenía con los poblanos.
La desprivatización de los callejones del Paseo San Francisco, del Callejón de la 2 Oriente, así como de la “Plaza de Las Trinitarias”, “Los Lavaderos de Almoloya”, la “Plaza de La Madre”, los vestigios de la zona de San Francisco, así como los primeros hornos de Talavera, es un pleno acto de justicia social.
Se dice fácil, pero para nada lo es.
Y es que, esta importante zona se convirtió en el negocio de unos cuantos y en sus residencias privadas inalcanzables para el pueblo.
Su propio pedazo de historia particular.
Este lugar no solo representa una de las más bellas de la Ciudad de Puebla, es, en realidad, el corazón del estado, pues fue aquí el lugar de la fundación el 16 de abril de 1531 por sus mantos acuíferos y por su cercanía con el Río San Francisco.
El agua como significado de vida, prosperidad y civilización.
Los hilos conductores del agua.
Las gestiones realizadas para recuperar estos espacios públicos encabezadas por el gobernador Barbosa; y guiadas por el consejero jurídico Carlos Palafox; por el director de Bienes Inmuebles del estado, Igor Ferrer Acuña; y por el curador e historiador Alejandro Montiel, dan muestra de que en Puebla la historia es otra y es diferente.
Se acabaron los privilegios para las castas, las salvedades para los amigos y las excepciones de la ley.
No sorprende que estos espacios públicos e históricos fueron entregados en su mayoría en la ignominiosa era morenovallista.
Dos nombres son claves en esta trama macabra: Jacobo Martínez Ramos y Manuel Alonso Espinosa, ambos estrechamente ligados a Rafael Moreno Valle y a sus personeros como Ángel Trauwitz o Luis Banck.
Ambos empresarios fueron los responsables de adueñarse de los espacios públicos hoy recuperados.
En la lista de la desprivatización de la historia de Puebla se debe destacar las zonas de los vestigios franciscanos del siglo XVI, en donde destaca la habitación del beato Sebastián de Aparicio, así como los primeros hornos de Talavera, que estaban cerrados al paso, porque estas zonas conectaban con la casa de Martínez Ramos.
Lo mismo sucedía con el túnel que conecta con la Plaza la Amargura, en donde se ubican los “Lavaderos de Almoloya”, que estaban privatizados por el hotel Banyan Tree, antes Rosewood y luego Azul Talavera, que también pertenece al presidente de Grupo Jajomar.
Asimismo, la “Plaza La Oriental”, entre la Secretaría de Trabajo y Centro de Convenciones, y mil 800 metros cuadrados del “Jardín Las Trinitarias”, que se ocupaban para eventos sociales y fiestas privadas de Jacobo Martínez.
En estas acciones de recuperación fueron retirados bolardos, puertas metálicas, vallas, además de una caseta de vigilancia que era utilizada para el cobro de valet parking, como las que se colocaron en la “Plaza de La Madre”, lugar que era ocupado como estacionamiento del Hotel Casa Reyna, propiedad de Alonso Espinosa, quien además se adueñó del Callejón de la 2 Oriente para evitar que la gente transitara a un costado de su residencia, bautizada como “Casa Ángeles”.
Los tesoros de Puebla de los siglos XIV al XVI ahora le pertenece a su pueblo.
El gobierno barbosista no negocia.
Se acabaron los infames privilegios del pasado.
La historia, como ayer y como hoy, es de todos.