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¿Qué nos pasó, Puebla?

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Una publicación hecha por el cineasta Guillermo Arriaga, quien se ha caracterizado por ser un crítico tenaz y agudo del poder y de ser un mexicano ejemplar, dibuja a la perfección los tiempos tan oscuros que estamos viviendo en el país y, en particular, en Puebla.

Tras conocer el atroz caso del bebé Tadeo, el también ganador del premio Alfaguara en el 2020 tuvo una de las opiniones más lúcidas y sensatas, la cual fue publicada en su cuenta personal de Twitter.

“Lo del bebé (Tadeo) en el reclusorio (San Miguel, de Puebla) es el horror, sin máscaras, en su versión más grotesca, tocamos fondo”.

Las líneas de Arriaga no tienen desperdicio, pues el escritor no hace énfasis ni en los gobiernos ni en las fiscalías ni en el quehacer público; él sabe que el virus está en la sociedad.

Durante los últimos días hemos sido testigos de una serie de infamias por parte de los miserables, los carroñeros y los necrófilos, quienes vieron en el sórdido caso del bebé Tadeo y en el lamentable feminicidio de Liliana Lozada el botín político perfecto para saciar sus excesos de poder y capitalizar estas dos tragedias para hacer crecer a la enana oposición en el estado.

Los mezquinos no entienden que este tipo de eventos son problemas estructurales que nacen en la sociedad y que terminan en los gobiernos, que, en efecto, también comparten mucha de las responsabilidades.

¿En qué momento se pudrió todo en Puebla?

Como bien lo retrató Guillermo Arriaga, hemos tocado fondo.

Puebla, en efecto, tocó fondo.

Como sociedad, sin máscaras, somos horrible y grotesca.

Es inconcebible que el cadáver de un recién nacido haya sido exhumado de su tumba en un panteón de Iztapalapa para ser trasladado desde la Ciudad de México hasta Puebla capital y que después haya sido ingresado al Penal de San Miguel por motivos que aún se desconocen para después ser desechado como basura en un contenedor a las afueras de esta cárcel.

Las dos muertes del pequeño Tadeo es lo más escalofriante que hemos presenciado en los últimos años.

¿En dónde estaban los veladores y vigilantes del panteón de donde fue desenterrado el cadáver del bebé?

¿Por qué estas personas no dieron aviso oportuno de la exhumación ilegal?

Exigimos mucho a las autoridades, pero como ciudadanos somos deleznables.

Ver: Del lucro político a la cínica incongruencia

Conforme hacemos una línea del tiempo de lo sucedido con el pequeño Mateo las dudas se acumulan como muebles inservibles en una casa en ruinas.

¿Cuánta complicidad y qué tan podrido está el sistema penitenciario en Puebla que sin ningún inconveniente se puede ingresar el cadáver casi putrefacto de un recién nacido, que no sirvió ni siquiera para meter de contrabando drogas u armas, al Centro de Reinserción Social de la capital?

Este es el fondo atroz, infame y oscuro en el que estamos sumergidos en el estado.

Pero eso no es todo, en Puebla los feminicidios nos siguen sacudiendo y horrorizando a todos.

La muerte de Liliana otra vez nos sacude a todos.

Desde sociedad hasta gobierno, todos hemos sido participes de esta descomposición.

El feminicidio de la joven poblana, quien deja a dos hijos solos en este mundo, es una muestra más de lo enferma que ya está la sociedad poblana.

Lili fue víctima de sus circunstancias y de la falta de oportunidades que viven miles de mujeres, quienes tienen que buscar una manera de sobrevivir a pesar de que, en el camino, como le sucedió a la joven de la que hablamos, pongan en riesgo su vida.

Ya basta de la apatía, del desinterés de la indiferencia.

Ya basta de que culpemos de todo al gobierno y les exijamos soluciones para todo cuando en nuestras casas estamos creando monstruos que sacamos a las calles capaces de matar a una joven o de exhumar el cadáver de un bebé para después tirarlo como cualquier basura.

Ya basta de todos aquellos oportunistas que ni la muerte de una mujer o de un recién nacido respetan.

Ver: El fracaso de los “peces gordos” de Morena en Puebla

No solo es un asunto de poder y gobierno; es una urgencia social.

¿En qué momento tocamos fondo?

¿Cuándo dejamos de horrorizarnos de actos tan atroces?

¿Qué nos pasó, Puebla?

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