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A río revuelto

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Enredados en su propio laberinto de errores y abusos, Morena está agudizando aún más su crisis como partido político en el poder rumbo a la sucesión del 2024.

Malaconsejados por su soberbia y mareados en su ladrillo de poder, las vacas sagradas del morenismo han hecho caso omiso a la primera llamada de atención tras los resultados de los comicios intermedios del 2021 en los que perdieron la capital y la zona metropolitana por el repudio provocado por los alcaldes que llegaron al cargo tres años por el tsunami de Andrés Manuel López Obrador.

A pesar de todos los esfuerzos emanados desde el gobierno de Miguel Barbosa, el cual es bien aceptado y calificado por los poblanos, los constantes escándalos de los “peces gordos” del Movimiento Regeneración Nacional han hundido a la marca lopezobradorista en el estado.

Barbosa Huerta es un general sin soldados ni ejército.

Mientras el mandatario puso la marcha de la maquinaria de su gobierno a toda velocidad con el inicio e inauguración de obras de alto impacto social al interior de la entidad, logró la reactivación económica y su estrategia de seguridad es reconocida por la federación, los liderazgos Morenistas no salen de un escándalo para meterse en otro.

El gobierno barbosista, por más que lo intente, no puedo cargarse al partido al hombro.

A esto hay que sumar la fantasmal dirigencia del partido en Puebla, la cual no sirve para lo más mínimo y tampoco ha logrado poner orden entre la militancia y sus grupos, que se caracterizan por el canibalismo, el fuego amigo y los golpes de bajo de la mesa.

¿En dónde ha estado el desconocido Aristóteles Belmont, el inservible dirigente estatal de Morena en Puebla, cada vez que los liderazgos de Morena han sido puestos en el escarnio público?

Ningún pez gordo de Morena se ha alejado de los escándalos.

Sobre la impresentable Claudia Rivera y su círculo cercano de hampones, como Andrés García Viveros, Mayte Rivera, Leobardo Rodríguez, René Sánchez Galindo o Eloísa Vivanco, pesa la sombra de la corrupción tras un trienio manchado por el abuso de autoridad, desvío de recursos públicos, nepotismo, acoso laboral y sexual, tráfico de influencias y una larga lista de delitos que siguen siendo investigados por la Fiscalía General del Estado.

Su presencia en cualquiera de las seis boletas que se imprimirán en junio de 2024 será el arma perfecta de la oposición para dibujar lo desgracia que significa Morena en el poder.

Lo mismo sucede con otros perfiles de segundo pelo como Fernando Manzanilla, Abelardo Cuellar o David Méndez, quienes a su paso por el gobierno del estado demostraron que la ineficiencia, la adicción por el erario y la simulación son sus cartas de presentación.

De los escándalos tampoco han estado exentos los dos principales interesados en pelear por la candidatura de Morena al gobierno del estado: Ignacio Mier y Alejandro Armenta.

Ambos expriistas están en una franca lucha intestina, que poco favorece el Movimiento lopezobradorista en Puebla.

Armenta Mier y Mier Velazco comparten señalamientos de nexos con el crimen organizado. Mientras al senador se le llegó a vincular con el peligroso narcomenudista Christian N., “El Grillo”, y con la “Narcobarbie» Samantha Marian N.; al diputado federal también se la relaciona con “El Toñín”, con Sandra Nelly N., y con las bandas dedicadas al huachicol en el Triangulo Rojo y que tienen en Tecamachalco sus centros de operaciones.

Sobre Alejandro Armenta también recae su innegable relación con Mario Marín, su padrino y mentor político, y todos sus pillerías a lo largo del sexenio del góber precioso en el SEDIF y la Sedeso.

El nuevo escándalo por lavado de dinero, operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa y defraudación fiscal del inútil Nacho Mier será también una bomba que le estallará en las manos a Morena en el 2024.

Y es que, los pecados de Mier y su sociedad con el delincuente Arturo Rueda, además de hundir su carrera política, tiran por borda aquel dicho lopeozobradorista de “no robar, no mentir y no traicionar al pueblo”.

Morena en Puebla llegará al 2024 como un partido lleno de pillos que se dedicaron a hundir la marca que arrasó en toda la entidad seis años antes.

Todo esto, sin lugar a duda, ha generado un río revuelto.

Y ya saben lo que dicen: a río revuelto, ganancia de pescadores.

Pescadores que bien podrían ser alcaldes.

En específico, un acalde.

Uno que despacha en la capital del estado.

¿No lo ven?

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