El exgobernador Miguel Barbosa siempre comentaba que en sus primeros meses ya como miembro activo de Morena en Puebla veía a Rodrigo Abdala como “el liderazgo local más arropado por Andrés Manuel López Obrador y el que sería el candidato natural del partido en el estado para las elecciones del 2018”.
La verdad asistía al exmandatario poblano, pues Abdala Dartigues, desde la fundación del Movimiento Regeneración Nacional en la entidad, ocupó cargos bastante importantes para posicionarlo y potenciar su joven, pero prometedora carrera política.
En la aldea, nadie dudaba del afecto especial que el hoy presidente de la República tenía por el diputado federal plurinominal y que él sería el proyecto del lopezobradorismo en el estado.
Abdala pudo ser el abanderado de Morena en la elección del 2016, pero decidió dar un paso al costado y dejarle la posición al fantasmal Abraham Quiroz, quien terminaría negociando con el morenogalismo y traicionando así al partido del tabasqueño.
De la mano del poderoso Manuel Bartlett, el oscuro expriista que hoy juega a dos bandas en la interna de Morena, con Nacho Mier y con su sobrino político, participó en la interna del 2017 para elegir al coordinador de Organización de Morena en Puebla –antesala de la candidatura al gobierno del estado–, sin embargo, la nominación terminaría en manos de Miguel Barbosa, quien a la postre se convertiría en el primer Ejecutivo en el estado emanado de la izquierda.
En su momento, juran algunos enterados, Rodrigo operó, junto con Gabriel Biestro, la operación cicatriz entre Barbosa y algunos sectores más agudos de la militancia del Movimiento en el estado, que no veían del todo bien la postulación del exsenador.
Tras la elección del 2018 y luego de concretarse el fraude electoral orquestado por Rafael Moreno Valle para beneficiar a Martha Erika Alonso, algo se rompió entre Abdala y Barbosa, quien hasta el día de su muerte jamás perdonó a aquel de haber sido aparentemente parte de la estrategia morenovallista al no defender como debía la paquetería electoral de Morena.
Ya en la era barbosista, Rodrigo Abdala no fue desamparado por López Obrador y recibió como premio a su lealtad el cargo de superdelegado de Bienestar en Puebla, el cual, ha servido a otros políticos de Morena en el país –como a la tlaxcalteca Lorena Cuellar– como plataforma para consolidar candidaturas exitosas al gobierno de los estados.
Por alguna razón, el ‘superdelegado’ poblano no ha podido consolidar su proyecto político rumbo al 2024 a pesar de contar con todas las circunstancias a su favor para hacerlo, pues maneja de manera absoluta el padrón local de los beneficiarios de los programas asistencialistas de la federación, una estructura política-electoral de gran impacto como lo son los siervos de la nación y una buena imagen con un apellido con gran arraigo en Puebla.
Algo pasa en la íntima intimidad de Abdala que, por extrañas razones, aún no logra dar ese paso que separa a los suspirantes de los aspirantes.
Hoy, Rodrigo se encuentra otra vez con su destino, al igual que en el 2015 y en el 2018.
La reconversión de su relación con el gobierno del estado tras la llegada de Sergio Salomón Céspedes, quien ha tenido la gran virtud de la conciliación y la reconciliación, ha puesto otra vez en “la charla” a Rodrigo Abdala, quien no ha faltado –con botarga incluida– a todos los actos, giras y ceremonias organizadas por la administración estatal.
No solo eso, Abdala ha estado en constante sincronía con el presidente de México, como así se pudo constatar en la visita que los 32 superdelegados del país tuvieron a Palacio Nacional este miércoles, reunión en la que también estuvieron presentes gobernadores y secretarios del gabinete federal.
Los mensajes intercambiados entre el gobernador Sergio Salomón y el superdelegado Abdala durante este encuentro en la Ciudad de México son bastantes representativos.