Columnistas

La dead line del Tribunal Superior de Justicia

Compártelo en tus Redes Sociales

La hora del cisma al interior del Tribunal Superior de Justicia de Puebla llegó.

La tensa calma dejará de serlo.

Se equivocan una vez más aquellos que pensaron que la intención de instaurar un nuevo régimen de impartición y administración de justicia, uno alejado de los vicios del pasado y del presente, se iba a quedar solo en buenos deseos y no iba a suceder nada luego de las reformas fueron votadas por unanimidad en el pleno del Congreso local.

Será una vez que la nueva Ley Judicial de Puebla, impulsada por el gobernador Miguel Barbosa, alcance el pleno constitucional de 109 ayuntamientos para que den inicio los cambios estructurales en el TSJ, el cual –hasta hoy– es un poder oxidado y con una corrupción enquistada en lo más profundo de sus entrañas.

Nada quedará del anterior sistema de justicia que solo servía como un gran modelo de negocios y para conceder impunidad para los amigos y cercano de los jueces y magistrados.

Una vez que la mitad más uno de los 217 cabildos apruebe la reforma judicial iniciará la revolución en el Tribunal Superior de Justicia de Puebla.

Las escobas, como diría Andrés Manuel López Obrador, barrerán las escaleras de arriba para abajo.

La Ley Judicial de Barbosa Huerta acabará con las castas, los privilegios y la corrupción de este poder.

Con esto, también vendrán los cambios de fondo.

Además de las leyes secundarias que dotarán de fuerza y cimientos a la reforma judicial barbosista, los enroques en el organigrama del Tribunal Judicial poblano comenzarán antes de que culmine este mes.

El primero y más anunciado será la llegada del talentoso e infranqueable Carlos Palafox como presidente del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del estado de Puebla.

Hay que recordar que el Consejo de la Judicatura, por primera vez en su historia, será independiente a la presidencia del Pleno del Tribunal Superior de Justicia, de acuerdo con la reforma diseñada por Miguel Barbosa.

El Consejo de la Judicatura será el órgano de control y vigilancia del Poder Judicial, que tendrá como principal encomienda la limpieza y la recomposición del TSJ, además de impulsar el correcto funcionamiento de este y seguir de cerca todos esos casos de corrupción, así como sus actores.

La llegada de Palafox Galeana a la presidencia del Consejo de la Judicatura no tardará más de ocho días en concretarse para arrancar con la primera fase de la restructuración del Tribunal Superior de Justicia.

No se puede menospreciar ni mucho menos subestimar la unción de Carlos Palafox, pues esta es una de las piezas claves, tal vez la más importante, para concretar todos los cambios y la reinvención del sistema de impartición y administración de justicia en Puebla.

El Consejo de la Judicatura estará blindado y será incorruptible.

Como lo mencioné al inicio de esta columna, el cisma en el Tribunal Superior de Justicia no solo implica la designación del nuevo presidente del Consejo de la Judicatura, también habrá otro cambio que sacudirá a toda la entidad.

El último resquicio de los odiadores de Barbosa quedará en ruinas.

La subversión que se estaba orquestando y que tenía como punta de lanza el TSJ quedará solo en un vergonzoso intento –uno más– de Tony Gali y de Fernando Manzanilla.

Todo indica que habrá un personaje que ya no llegará a las ofrendas de Día de Muertos.

El fin de mes en el Tribunal Superior de Justicia será bastante convulso.

Lo mismo pasará con las nuevas designaciones.

El castillo de naipes en el TSJ está por derrumbarse.

Que el último galicista en dejar su oficina en Ciudad Judicial que apague la luz.

Te recomendamos: El desprestigio de los primos Mier están dañando a Morena