El Frente Amplio por México, conformado por el PAN, PRI y PRD, estaba buscando agua y encontró petróleo.
Como hace casi 25 años cuando por primera vez Acción Nacional encontró la forma de alcanzar la anhelada alternancia en el país tras siete décadas de hegemonía priista de la mano de un “ranchero con botas” (Vicente Fox), hoy de la mano de una mujer disruptiva como Xóchitl Gálvez, la oposición por fin logró encenderse.
La irrupción de Gálvez Ruiz, una mujer mal hablada –como la mayoría de los mexicanos–, de personalidad ligera y con carácter fuerte, y de orígenes indígenas, ha sacudido la carrera presidencial del 2024 y también ha desequilibrado de fea forma al infranqueable Andrés Manuel López Obrador.
La senadora panista golpeó el núcleo de la fortaleza del presidente de la República y de Morena: los pobres y la clase media baja.
Desde su vertiginoso destape como aspirante a abanderar al PRIANRD en los comicios federales del próximo año, Xóchitl logró conectar –como en su momento lo hizo Vicente Fox– con un sector de la población que es definitorio en las urnas y que hasta el momento era patrimonio exclusivo del lopezobradorismo.
El eslogan electoral aquel de “primero los pobres”, ahora tiene a otra exponente que, a diferencia de las corcholatas de AMLO, que son producto de las castas de la política nacional o de familias con abolengo en la capital del país, tiene orígenes humildes en Tepatepec, Hidalgo.
Al igual que en el 2000, la aparición de la exjefa delegación de la Miguel Hidalgo, quien inició su carrera en la izquierda al ser parte de la Liga Obrera Marxista y después como seguidora de Rosario Robles en su etapa en el PRD, ha despertado una nueva ilusión entre el sector de la población que es la mayoría en el listado nominal a nivel nacional.

La andanada en contra de la legisladora de Acción Nacional desde las mañaneras de López Obrador, aquel espacio inmaculado con el que el tabasqueño marca agenda y ha logrado casi aniquilar a casi todos sus adversarios, y la guerra sucia que los medios y moneros afines a la 4T emprendieron desde hace varias semanas en contra de la legisladora del PAN denota que su destape no cayó nada bien en los ánimos del “ciudadano”.
Jamás se había visto a Andrés Manuel tan incómodo con un perfil de la oposición como hasta ahora con Xóchitl Gálvez.
López Obrador, quien es un experto en desarmar a sus antagonistas con adjetivos como “oligarcas”, “fifís”, “neoliberales”, “corruptos”, “conservadores” o “aspiracionistas”, ahora no logra dar en el blanco para desacreditar a la extitular de Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, quien además de ser una luchadora incansable de este sector también cuenta con raíces otomíes, lo que no han podido desvirtuar ni el presidente ni sus huestes.
El perfil de Xóchitl para el Frente Amplio por México fue como encontrar un oasis en el desierto.
Si bien resulta difícil creer que su proyecto político, que está creciendo a pasos agigantados en todo el país, será suficiente para arrebatarle el gobierno de la República a AMLO y a Claudia Sheinbaum, la virtual candidata presidencial de Morena, la contienda pinta para ser bastante cerrada y no un día de campo como lo esperaban en Palacio Nacional.
La oposición, al fin, parece que despertó del letargo.
El gran reto de Xóchitl Gálvez y del bloque aliancista del PRIANRD será lograr mantener esta curva ascendente hasta el inicio de las precampañas por ahí de marzo del siguiente año y en estos meses lograr instaurarse en el colectivo general de los más pobres (el target de Morena) como “el triunfo de una de las suyas”, como así lo hizo el propio López Obrador en el 2018.
El triunfo de los pobres, pero en versión femenina.
Y es que, Xóchitl es todo lo que no es Claudia Sheinbaum, con quien todo indica será su rival en las urnas del 2024, pues la senadora es dicharachera, de fácil trato y desalineada, mientras que la exjefa de la CDMX es más un perfil científico, anticlimática, extremadamente metódica y hasta acartonada, lo que complica su conexión con las clases populares.
Uno de los encuestadores locales le comentó hace unos meses off the record a este reportero que si el PRIANRD encontraba un perfil competitivo que lograse cerrar la elección presidencial a más menos cinco puntos, Morena podría sufrir una catástrofe en la elección del Congreso de la Unión y en los nueve estados que renovará sus gobiernos locales, Puebla entre ellos.
Si las elecciones fueran hoy, al decir del último sondeo de La Encuesta MX, Sheinbaum y Xóchitl arrancarían en empate técnico.

Así de claro.
Lo accesorio sigue la suerte de lo principal, dice la regla.
El efecto de Xóchitl Gálvez, más el voto de castigo y el voto ciudadano puede ser la tormenta perfecta a la que ni López Obrador ni Morena estaban preparados a enfrentar.
No se equivocó el alcalde Eduardo Rivera en esperar los tiempos, sus tiempos, para anotarse en la carrera por el gobierno del estado para el 2024.
Su proyecto político se hace más sólido si hace pareja con Gálvez Ruiz.
Xóchitl es el chispazo que necesitaba para prender las ilusiones de la sociedad mexicana como ya sucedió con Fox y con el propio AMLO.
Esa era la chispa adecuada que la oposición buscada para encenderse.
Y sí, el 2024 no será, ni cerca, un día de campo.