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La diplomacia de Barbosa y la fallida emboscada de los barones de la Coparmex

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“No, no es una provocación”, fue la frase con la que Rubén Furlong debutó de forma lamentable como presidente de la Coparmex en Puebla en un acto que será recordado por muchos años por la vileza y cobardía de los patrones de la aldea.

Claro que fue una provocación, señores.

Una provocación y una emboscada frustrada, para ser más preciso.

El liliputiense y marginal Fernando Treviño no podía salir de otra forma de la Confederación Patronal de la República Mexicana más que por la puerta del servicio.

En un último acto de cobardía y mezquindad, Treviño Núñez, el abogado que pasó por el CCE y a quien se le hincharon las manos de tanto aplaudirle al siniestro Rafael Moreno Valle, aprovechó para mostrar de los que está hecho y comprobar que sus limitaciones son bastantes y burdas.

En un discurso lleno de lugares comunes y con una triste prosa, Fernando Treviño, quien es un analfabeta funcional que habla con faltas de ortografía y escribe tartamudeando, agredió y provocó al gobernador Miguel Barbosa, quien aceptó en buena lid asistir a la toma de protesta de Furlong Martínez como nuevo cabeza de la fantasmal Coparmex, capítulo Puebla.

Treviño, quien piensa que el verbo denostar en su conjugación del presente indicativo es “denosta” y no “denuesta”, desquitó toda su frustración y complejos durante casi media hora que uso el micrófono para atacar a las administraciones de Barbosa Huerta, de Andrés Manuel López Obrador y hasta a la prensa local.

La empresa es un punto de encuentro de desarrollo para la sociedad, siempre colocando a la persona al centro de su actividad, con lo que dieron forma y fuerza a los distintos organismos empresariales a los que hoy se les denosta (sic) tanto, se les minimiza y se les ataca haciendo uso de populismo para fortalecer ideologías sin sustento que únicamente generan desconfianza e incertidumbre por medio de modelos obsoletos contrario a los tiempos que vivimos”.

De ese tamaño fueron las afrentas al gobernador de Puebla por parte de Treviño.

Hay que recordar que el mandatario poblano en anteriores ocasiones ha exhibido a los empresarios poblanos por incongruentes e hipócritas al no haber colaborado con un solo peso durante los peores meses de la pandemia del Covid en Puebla.

No solo eso, Miguel Barbosa ventiló sus pingües negocios durante la oscura era morenovallista y su infame participación en el Fraude Electoral del 2018.

Con su verborrea y palabrerías, Fernando Treviño valentonó a su sucesor Rubén Furlong, quien siguiendo los pasos del mediocre abogado aprovechó sus cinco minutos de fama para defender lo indefendible: el desfalco a la UDLAP, por parte de la familia Jenkins y el prófugo Luis Ernesto Derbéz, a quienes los patrones y varones de la IP ven como un mártir cuando en realidad es un delincuente probado.

No es raro ni mucho menos una provocación, que, como ciudadanos y como organización levantemos la voz cuando vemos que nuestros científicos, investigadores, profesores e instituciones educativas son atacadas, así se trate de la Universidad Nacional Autónoma de México o de la UDLAP. No, no es una provocación, es un derecho que como ciudadanos tenemos y ejercemos”.

Furlong Martínez demostró que la legalidad y la justicia no es fuerte.

Sin hacer aspavientos ni abandonar la Hacienda San José Actipan, en donde se desarrolló tan bochornoso papelón del empresariado aldeano, el gobernador Barbosa, quien tuvo que soportar hasta que los miembros de la Coparmex le dieran la espalda por más de 10 minutos mientras se vanagloriaban entre ellos al recibir premios absurdos, esperó con paciencia a que llegara su momento de utilizar la palabra.

En una verdadera clase de diplomacia y tolerancia, el mandatario poblano no respondió las afrentas y ofensas que sufrió, pero sí tuvo tiempo para recordarles a los varoncitos de la Iniciativa Privada su ausencia durante la pandemia y que no colaboraron en nada con su gobierno para recuperar el camino en el estado tras la severa crisis del Coronavirus.

Requerimos todos, el concurso de todos, para resolver la problemática social. Estamos en mejores condiciones en el combate al coronavirus y vamos a seguir impulsando acciones en ese sentido. Le hemos invertido desde el gobierno 3 mil millones de pesos y no recibí ninguna cooperación de ustedes. Se lo digo de manera franca, pero respeto su visión, respeto la idea de que el gobierno debe hacerse cargo de todo y nosotros respetamos la visión de ustedes”.

Pero, Barbosa Huerta no dejó pasar la cobardía de los pequeños empresarios poblanos, quienes, como si estuvieran en una cantina, empezaron a gritar desde sus sillas y bajo el anonimato del cubrebocas.

El gobernador en poco menos de ocho minutos vapuleó a los patrones, que intentaron emboscarlo y ridiculizarlo, pues les recordó que ellos aprobaron e incluso alabaron a Moreno Valle por comprometer el ISN para pagar sus obras inservibles y suntuosas que hoy son los grandes elefantes blancos de su corruptísimo sexenio.

No solo eso, también les explicó, por si se negaban a aceptarlo, que él ni su gobierno tenía injerencia alguna en el caso de la UDLAP, en donde se perpetró un fraude multimillonario por un miembro distinguido de su grupo.

La cereza en el pastel fue cuando Barbosa le contestó a algún extraviado que le exigió “transparencia”, que él como senador de la República fue el gran impulsor de la Plataforma Nacional de Transparencia del país, de las reformas al acceso a la información y la rendición de cuentas, así como de la iniciativa 3de3.

La emboscada de Treviño y Furlong terminó por ser un fracaso ante la tolerancia, arrojo y diplomacia del gobernador de Puebla.

¿Quiénes más participaron en este vodevil?

Los empresarios custodios de siempre: Herberto Rodríguez Regordosa, Jorge Espina Reyes, Antonio Sánchez Díaz de Rivera y Marco Antonio Prósperi.

Una vez más quedó demostrado que el empresariado en Puebla es una caricatura.

Vaya ridículo de los barones de la extrema derecha y de la moral relajada.

De antología.

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