El gobernador Miguel Barbosa fue tajante: la clase política barbosista no existe.
La visión de política del mandatario poblano, el primero nacido de la verdadera izquierda, dista mucho del poder per se.
Perseguir el poder por el poder, está fuera de la ruta de Barbosa Huerta.
Perpetuarse en el mismo tampoco obsesiona al nacido en Zinacatepec.
Durante la inédita entrevista a tres voces con los periodistas Álvaro Ramírez, Ignacio Rangel y quien esto escribe, Barbosa Huerta fue frontal al develar que, a diferencia de sus antecesores, no busca dejar a su equipo cercano de colaboradores como políticos de paso e intrascendentes al paso de su administración.
No, el gobernador de Puebla, sin los famosos “ismos”, está trabajando en una clase política nueva con visión de izquierda, que siga los valores del movimiento que comanda Andrés Manuel López Obrador, que compartan su visión de estado, la cual, dicho sea de paso, tendrá su mayor referendo en los comicios sucesorios del 2024.
El mandatario poblano no quiere construir el “barbosismo”, va por una clase política real, que se aleje de los vicios del pasado y que tanto dañaron al estado.
O como él lo mencionó durante la larga charla del miércoles por la noche: no sé cómo no se acabaron a Puebla.
“Una clase política se compromete con una visión de sociedad, no solamente llega al poder para instalarse. La clase política no precisamente es la clase gobernante, es la que tiene una visión frente a la sociedad, una visión de estado (…) Hoy es una clase política que debe tener un comportamiento pacifico, constructivo, moderno, no marginal”, señaló de manera clara y sin rodeos el gobernador.
Esto es de lo que carece precisamente la entidad poblana, de una clase política que no vea en los recursos público ni en el erario su pase dorado a una mejor vida.
La función pública para el beneficio personal, como lo define Miguel Barbosa.
La clase política que quiere instaurar y en la que trabaja el mandatario poblano, en la propia visión del residente de Casa Aguayo, necesita, de manera forzosa trabajar por el y para el pueblo, que combata el rezago social y que respete la ley, fundamentos que son básicos del lopezobradorismo, pero que también fueron y han sido bien entendidos por el gobernador Barbosa.
Aunque en su mensaje para destapar a sus “corcholatas” y lo que representó el banderzo de salida para su sucesión, Barbosa Huerta invitó a todos sus colaboradores a asumirse como la clase política que heredará todos los beneficios y logros de su gestión, pero, en la entrevista a tres voces, también invitó a todos los ciudadanos que tiene una visión clara de política a que se sumen a esta causa.
No hay mejor ejemplo que lo sucedido en las asambleas distritales en las que se eligieron a los 150 consejeros de Morena en Puebla, pues, como bien lo explica el mandatario, los ciudadanos afines a la 4T marcaron un alto a aquellos oportunistas, saqueadores y marginales que secuestraron al partido desde el 2018.
“Líderes reales” y no “líderes que se ostentaban de serlo, pero que no lo eran”, fueron las palabras precisas que calaron hondo en el ánimo de los Rivera Vivanco, de los Mier, de los Armenta, de los Evangelista, de los Abdala, entre otros muchos daños colaterales que dejó la interna de Morena.
La clase política que busca Miguel Barbosa no se limita solo a su gabinete, también va por la diversificación en los municipios con liderazgos regionales, distritales y regionales que ya dejen atrás a los casiques y a los “varguitas”, que han proliferado desde hace décadas al interior del estado.
El gobernador remató con una pregunta punzante:
“¿Por qué cuando viene la tragedia del 24 de diciembre del 2018, las personas que rodeaban a los fallecidos no se consolidaron o no supieron qué hacer?”
La respuesta fue una lápida que sepultó a todos esos corruptos que hoy pululan entre Fernando Manzanilla e Ignacio Mier.
“Porque no eran clase política, era un grupo de codiciosos. No supieron qué hacer”.
No, no es barbosimo, es una nueva clase política poblana.