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El morenovallismo se extinguió en apenas tres años

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Justo una semana antes del tercer aniversario luctuoso del siniestro Rafael Moreno Valle, el Comité Ejecutivo Nacional del PAN decidió declarar como improcedente la impugnación presentada por Genoveva Huerta, última gran viuda del ex gobernador y su esposa Martha Erika Alonso, en contra de la victoria de Augusta Díaz de Rivera y Marcos Castro en la elección interna del partido azul en Puebla.

Adrede o no, la Comisión de Justicia de Acción Nacional desechó la querella de Huerta Villegas exactamente siete días antes del 24 de diciembre, fecha en la que Moreno Valle y Alonso Hidalgo murieron en el 2018 al desplomarse en Coronango el helicóptero en el que viajaban a la Ciudad de México para pasar la navidad con la familia del fallecido priista.

El acta de defunción del morenovallismo está implícita en el resolutivo de la Comisión Jurisdiccional Electoral del Consejo Político Nacional del PAN que comenzó a circular el viernes para ratificar al fin el triunfo aplastante de Díaz de Rivera y Castro Martínez.

Lo que el infame Rafael Moreno Valle se tardó en construir 30 años a inicios del sexenio de Melquiades Morales en el muy lejano 1999, sus viudas y huérfanos lo destruyeron todo en apenas 36 meses por su falta capacidad, limitaciones naturales y sus carencias políticas que han quedado demostradas más de una vez.

Y es que, no es lo mismo hacer política desde el poder y con el dinero público a disposición que mover voluntades y convencer conciencias sin la estructura gubernamental ni el erario como chequera personal.

Moreno Valle era el único que sostenía a ese grupo de impresentables, liliputienses y marginales que intentaron erigirse como sus herederos tras su inesperada y sorpresiva muerte.

¿Qué pasó con el morenovallismo tras la muerte del siniestro Rafael?

Dos meses después del ‘helicopterazo’, el morenovallsimo, comandado por Marcelo Eugenio García Almaguer, a la sazón coordinador parlamentario del PAN; y Genoveva Huerta, lideresa impuesta del partido, no metieron ni las manos cuando el PRI y Morena les arrebataron el poder al elegir a Don Guillermo Pacheco como gobernador interino de Puebla.

Seis meses después, Genoveva Huerta y Enrique Cárdenas, gran detractor y crítico de Moreno Valle, llevaron a Acción Nacional a una de sus peores campañas para consumar la llegada de Miguel Barbosa y la 4T al gobierno del estado.

En ese camino muchos de los huérfanos de Rafael prefirieron huir, esconderse o exiliarse ante la cacería que se les vendría con la irrupción del Movimiento Regeneración Nacional al poder.

Los primeros en saltar del barco que se hundía fueron Luis Banck, Max Cortazar, José Cabalán, Irma Patricia Leal, Diego Corona Creman, Jorge Benito Cruz, Jesús Rodríguez Almeida, Eduardo Tovilla, entre otros impresentables que regresaron a sus estados natales o desaparecieron para evitar no ser perseguidos por el gobierno barbosista, que ya tenía bien identificados todos los delitos cometidos en las diferentes dependencias que encabezaron durante el oscuro régimen morenovallista.

Algunos decidieron hacer gala de su cinismo y su nula vergüenza al mantenerse vigentes y activos a pesar de la reconfiguración del poder en Puebla. Tony Gali, fue declarado non grato y ha tenido que mantenerse en las sombras; Eukid Castañón, terminó preso; José Juan Espinosa y Alfonso Esparza, prófugos en el extranjero; Fernando Manzanilla y Gerardo Islas, en la orfandad política; Ignacio Mier y Enrique Doger, enquistados en Morena, pero con un proyecto político que no convence a nadie.

Entre todos los enanos, Genoveva Huerta, Jorgito Aguilar Chedraui y Pablito Rodríguez Regordosa se convirtieron en las gigantes con pies de barro que trataron de revivir al morenovallismo, pero que terminaron por caer y regresar a su ínfimo nivel en el círculo rojo poblano.

Su plan colapsó este 2021.

En tiempo récord, los huérfanos de Moreno Valle tumbaron el castillo de naipes.

Huerta Villegas será la encargada del funeral y de darle cristiana sepultura al proyecto político que le prometió a los poblanos cambiar su realidad, convertirse en el mejor gobierno en la historia de la entidad y nunca más cometer actos de corrupción, nepotismo o peculado. Y, sin embargo.

“La Exjefa Geno” demostró que el cargo de presidenta del PAN, el cual fue una burda imposición de Martha Erika Alonso, le quedó grande y que sus limitaciones políticas y electorales quedaron más que probadas. Esto, sin lugar a dudas, llevó a la extinción del morenovallismo.

Genoveva jamás entendió el cambio de la dinámica del poder en Puebla, se convirtió en alguien soberbia e intolerante y quiso regresar a la vida a un régimen que dañó tanto a los poblanos.

La gran viuda morenovallista al fin podrá dejar morir a los infames Moreno Valle.

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