Hace unos días, la Reforma electoral proyectada por el presidente de la República se tiraba a la basura, pero de lo podrido de la misma, nació un Plan B ante el rechazo en el Congreso de la propuesta inicial. Bajo el miedo y la ignominia este gobierno “idearía” el Plan B, que ya es visto como una trampa, un descaro, una más de las ocurrencias de AMLO. Tiene un tufo de venganza, huele a ignorancia, hiede a frustración. Es el ataque de quien empieza a conocer a traidores y súbditos.
El Plan B es la iniciativa más cobarde de un gobernante que se cansó de prometer desde la “izquierda”, comportándose como el peor de los demócratas. También es el zarpazo de un animal mordido por las ratas, de un partido político sometido a su líder histórico.
El Plan B que aprobaron miserablemente los diputados de Morena y sus aliados es una afrenta para la historia de la lucha democrática de este país; una dizque estrategia que busca maniatar al INE con grandes repercusiones y que personajes del pasado en otro momento hubiesen rechazado, pero que hoy celebran con los bolsillos llenos, pues obvio es mejor jugar del lado del presidente.
El Plan B tiene la intención de ir cocinando a fuego lento las posibilidades de generar una especie de autocracia a la mexicana. Una vez que el próximo año inicia la temporada electoral, el ajedrez de los morenistas es desvirtuar el mosaico de propuestas de la flaca oposición. Cerrando las puertas a la democracia representativa, ya cualquier acto de proselitismo, de imposición y, sobre todo, de derrocamiento de los contrapesos tan necesarios en una democracia, serán pan comido para los nuevos corruptos en el poder, para este nuevo PRI comandado por el lopezobradorismo.
El Plan B por eso es un robo hormiga, porque paulatinamente en lo oscurito, en los lugares más alejados, en donde el mesianismo hace más sus estragos, se pretende destruir el espíritu democrático pues el desmantelamiento de las áreas operativas del INE como uno de los objetivos cruciales, dejaría un vacío en el que los enfermos de poder y resentimiento sólo podrán llenar con desconocimiento, ineficacia e incertidumbre.
Es un robo hormiga porque quedará muy bien escondido el gran atraco a la nación, porque mientras los autócratas crean un efecto de indignación a nivel mediático para sostener sus quejas hacia todo lo que implica la institucionalidad de los consejeros generales, el Plan B llevaría a cabo prácticas dictatoriales en favor del partido en el Gobierno.
AMLO sabe que en la Cámara de senadores no lo defraudarán, ya que la discusión en esta instancia es puro trámite para que termine de cuajar su Plan B, salvo, y ojo aquí, que un señor de apellido Monreal empiece a meterle el pie a los que le han dado la espalda. Ojalá se pierda en el tintero y sólo haya sido una pesadilla para los ciudadanos libres y demócratas.
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