Armenta. Una crónica desde el retrovisor
La consistencia de Alejandro Armenta tuvo finalmente el resultado esperado el 10 de noviembre de 2023. La dirigencia nacional de Morena lo designó coordinador de la Cuarta Transformación (4T) en Puebla y, de facto, también candidato a la gubernatura. El acierto se reflejó el 2 de junio con casi dos millones de votos para él y poco más para la hoy presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Desde la mirada al retrovisor, sabemos que nunca nadie fue realmente competidor para Alejandro, quién ganó seis encuestas, todas con contundencia.
El hoy senador Moisés Ignacio Mier Velazco, convertido en pálida rémora de su coordinador, Adán Augusto López, jugó a la simulación, pero nunca tuvo realmente oportunidad.
Engañó a todos, a sus familiares, a su equipo, a sus porristas y a sus amanuenses, quienes mandaron incluso recados de «muerte» y «destierro» a quienes escribimos entonces que el puntero era Armenta y que sería el candidato. Hoy Alejandro es gobernador electo y será mandatario constitucional el 14 de diciembre.
—Vete de Puebla, porque cuando llegue Nacho, te van a meter a la cárcel.
—Yo no tengo nada, nunca he cometido un delito.
—No importa, te los van a inventar -eran los mensajes tan burdos a nombre de un familiar de Mier, que a veces algunos tuiteaban con la foto de un arma de fuego.
Una escena pinta las mentiras de Mier: él, en su camioneta con dos de sus colaboradores, hombre y mujer. Palabras más, palabras menos, dijo el sexagenario de Tecamachalco: «desayuné ayer con Andrés Manuel. Me llama para platicarme de sus hijos. El otro día en la marcha (la que se celebró a finales de noviembre de 2022), me pidió que me sacara una foto con él. Dice que hay que crear la percepción. Le dije que sí…», contaba Moisés Ignacio. Hoy el personaje del bigote y las elásticas comisuras es senador gracias al arrastre de Sheinbaum, Armenta y al trabajo de Liz Sánchez, su compañera de fórmula en la boleta, porque él no hizo nada para merecer el escaño.
Así quedará para la historia, en el ocaso de su carrera política fuerte, una agonía profesional, que durará su tiempo en el Senado.
Alejandro ganó, porque Morena quería ganar en Puebla. Cualquier otro candidato o candidata, hubiera representado entregar la plaza al Partido Acción Nacional (PAN) y al ultraderechista Eduardo Rivera Pérez.
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En cambio, Armenta arrasó junto con Sheinbaum.
Ningún candidato a la gubernatura, en la etapa democrática del estado, ha ganado con tal potencia y abrumadora diferencia aritmética.
El futuro es alentador. Recién en una entrevista que le hizo este reportero, Armenta perfiló su estrategia de seguridad, su compromiso con el estado, su ofrecimiento de gobernar con justicia y la garantía de que se consagrará los poblanos y las poblanas. Que así sea.
Fue exactamente el 10 de noviembre de 2023, cuando la dirigencia del partido Morena decidió que Alejandro sería el coordinador y el candidato; hoy es el gobernador electo.
Ocurrió en el Hotel Camino Real de la Ciudad de México.
Alejandro sonreía, después de la decisión y era felicitado entre los pasillos de un abarrotado lobby de ese hotel. Pero era prudente.
Hacía apenas unos minutos que Moisés Ignacio había salido, para no estar en la foto de su derrota, a diferencia de los demás aspirantes hombres y mujeres que sí tuvieron la decencia de quedarse.
Había hecho un berrinche como el junior sexagenario de Tecamachalco que es. Acostumbrado a arrebatar y nunca ganarse las cosas.
Un experto en comunicación política me pasó un dato que en ese entonces preferí no publicar: Nacho había salido llorando. Eso solo lo saben él y sus lágrimas y quienes lo vieron, si es que así ocurrió.
Un grupo de comunicadores nos encontramos a Alejandro en un elevador.
Antes de que cualquiera de nosotros dijera alguna palabra, con humildad dijo «gracias» y por supuesto se refería al acompañamiento y a la cobertura mediática de ese día y tantos otros.
Ese gracias valió mucho, por los mensajes de «muerte» y «destierro» que los amanuenses tanto nos habían enviado.
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