Esta semana se cumplirán nueve meses desde que Alejandro Armenta e Ignacio Mier fueran electos como presidentes de la Mesa Directiva del Senado y de la Junta de Gobierno y Coordinación Política de la Cámara de Diputados, respectivamente, por lo que a ambos les quedarán tan solo 90 días al frente de los dos cargos más importantes que tiene el Congreso de la Unión del país.
Esto quiere decir, en lo político, que a los primos Mier les quedan tres meses para apuntalar y reforzar sus proyectos electorales que convergen en la lucha por la candidatura de Morena al gobierno de Puebla.
Y es que, las posiciones que hoy ostentan Armenta Mier y Mier Velazco les han otorgado a ambos grandes focos mediáticos en la esfera nacional y han servido para que los dos poblanos fortalezcan su posicionamiento a costa de las cámaras baja y alta.
Si bien el paso de Nacho Mier por la presidencia de la Jucopo y de la coordinación de la bancada de Morena en San Lázaro ha sido más anecdótico al estar siempre a la sombra de Adán Augusto López, el verdadero operador del lopezobradorismo en la Cámara de Diputados, el expriista ha sabido aprovechar su cargo para congraciarse con Andrés Manuel López Obrador y reforzar el mito de que es su ‘carta marcada’ en Puebla al estar en constante contacto y en reuniones privadas con el tabasqueño.
En lo político, poco es lo que Mier puede presumir, pues su presidencia en San Lázaro estuvo manchada por el rechazo a la Reforma Electoral, la cual no pudo sacar adelante ante su poca capacidad de negociación y cabildeo con las bancadas de oposición del PRIANRD.
Ante el fracaso de Moisés Ignacio y la fracción morenista, el lopezobradorismo tuvo que echar mano del famoso Plan B, que también fue echado abajo por la Suprema Corte de Justicia de la Nación al declarar como inconstitucional el paquete de reformas –arcaicas, centralistas y absurdas– a las leyes y procedimientos electorales propuesto por López Obrador.
Pero no todo fue negativo para Mier Velazco, pues, como lo mencioné al inicio de esta columna, el dos veces diputado federal plurinominal aprovechó su cargo al frente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política para hacer acuerdos con la cúpula lopezobradorista, placearse en otros estados, hacer una gran alianza con López Hernández y fortalecer la versión de ser el elegido del residente de Palacio Nacional para abanderar a Morena en el 2024 en Puebla.
Aunque Nacho Mier podrá permanecer como coordinador del grupo parlamentario de Morena en San Lázaro al inicio del tercer y último periodo de sesiones de la actual legislatura, esto luce poco probable, ya que el poblano, seguramente, dejará vacante este cargo para meterse de lleno en su precampaña, la cual se ha estancado y no ha logrado dar los resultados esperados como así lo reflejan sus pírricos porcentajes en las diferentes encuestas públicas que lo colocan en el cuarto lugar la interna del morenismo poblano.
Ver: No descarten a Rodrigo Abdala para el 2024
Un escenario similar pasa con Alejandro Armenta, quien en estos tres meses al frente de la Mesa Directiva del Senado se juega “su resto”, ya que él sí perderá una gran plataforma al dejar la silla del máximo órgano rector de la Cámara Alta, por lo que el también expriista tendrá que sacarle el mayor provecho a estos últimos 90 días en el puesto.
La gestión de Armenta Mier también estuvo llena de claroscuros –más oscuros que claros, a mi parecer–, pues el senador poblano, desde su unción como presidente de la Mesa Directiva, la cual se fue hasta una tercera votación, de manera inédita– estuvo envuelto en un desgaste innecesario por su falta de tacto para conducir las sesiones de la Cámara alta, lo que provocó fuertes encontronazos con las senadoras Lili Tellez, Xóchitl Gálvez y hasta con su paisana Nancy de la Sierra.
Incluso, en alguna sesión, su padrino político Ricardo Monreal exhibió a su pupilo por su no seguir de manera correcta los procesos legislativos como presidente del Senado.
Si bien Alejandro supo aprovechar su cargo al invitar casi todas las semanas a poblanos, hacer ruedas de prensa diarias y mejorar su imagen, el oriundo de Izúcar de Matamoros no pudo nunca reunirse en privado con López Obrador, lo que fortaleció la versión de un distanciamiento entre el presidente y el poblano.
Tampoco se pueden omitir los despropósitos de Armenta con sus iniciativas para desaparecer al INAI y para elegir por voto popular a los ministros de la SCJN, propuesta que tenía el claro objetivo de congraciarse con AMLO a pesar de lo absurdo e impopular del planteamiento.
Sin embargo, el mayor logro de Alejandro Armenta fue el affaire con la ministra presidenta de la Corte, Norma Piña, y las supuestas amenazas que esta le hizo al senador vía whatsapp, la cuales fueron exhibidas por el legislador y que le sirvieron para seducir a López Obrador, quien sí reconoció el gesto del poblano al exhibir un poco la intolerancia de la togada.
Así, Nacho Mier y Armenta tienen 90 días para echar su resto en la contienda interna de Morena, que, inevitablemente, dejará a alguno de los dos como daño colateral.
Tres meses para apuntalar sus proyectos.
Tres meses, que sobra decirlo, se irán como agua entre las manos.
Inicia la carrera a contrarreloj.