El encuentro tripartito entre los países de Norteamérica, México, Estados Unidos y Canadá –el cual también es la primera reunión entre Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador desde que el presidente americano asumió en el cargo– será el acto más importante del primer semestre del 2023 por su importancia y relevancia para estas tres naciones vecinas.
Los acuerdos y pactos a los que llegarán Biden, AMLO y Justin Tredeau, sin lugar a duda, marcarán gran parte del derrotero para la recta final del sexenio del presidente mexicano y su proyecto de continuidad de la 4T por otra administración más.
Cierto como lo es, los acuerdo secretos a los que llegaron Biden y López Obrador, esos a los que la prensa internacional ni los secretarios de estado accede ni los propios traductores, quienes firman estrictos contratos de confidencialidad, se dieron en el trayecto del AIFA a Palacio Nacional.
Sí, solo ellos saben los alcances y los detalles de sus compromisos.
Formar parte de estos encuentros también marca otro estatus y coloca a sus participantes en otro escalón en la escalera del poder nacional e internacional.
Están los que tienen que estar y nadie más.
La seguridad de cada uno de los actos oficiales, comidas y reuniones corre en buena medida por parte de la Sedena, la Marina y el Servicio Secreto de los Estados Unidos.
Las caravanas de coches que integran el dispositivo de seguridad para salvaguardar a los presidentes de los países norteamericanos pintan a detalle la seriedad del encuentro diplomático, que tiene como sede a la Ciudad de México.
La Cumbre de América del Norte también se convirtió ya en una pasarela de las corcholatas lopezobradoristas para el 2024. A la cita no han faltado el poco celebre Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, quien, por ahora, se ha robado todos los reflectores por su importancia como canciller de México y principal impulsor de los tratados que marcarán este encuentro internacional.
La tarde de este martes, dos poblanas fueron invitadas para participar en el segundo día de trabajos de la Cumbre antes referida.
La cortesía para nada puede pasar desapercibida.
Y es que, la presencia de Gabriela Bonilla, esposa del gobernador Sergio Salomón Céspedes y presidenta del Patronato del SEDIF, y de Olivia Salomón, la talentosa y reconocida secretaria de Economía de Puebla, habla por sí sola.
La presencia de Gaby y Olivia no es menor, ya que ambas pudieron compartir con Jill Biden, primera dama de Estados Unidos, y con Sophie Grégoire, homologa de Canadá.
No solo eso, la presidenta del Sistema Estatal DIF y la titular de la SE también estuvieron presentes en el encuentro denominado “Miradas Originarias”, el cual se llevó a cabo en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, con la presencia de Beatriz Gutiérrez Müller y un grupo de las mujeres más influyentes de norteamérica.
Quien quiera ver este acto como un simple punto en la agenda pública de ambas se equivoca de manera rotunda, pues lo que en la Cumbre se acuerda y la presencia que da este tipo de actos diplomáticos son más que serios.
Pocas son las mujeres que se pueden dar el lujo de participar en estos encuentros tan selectos.
El inicio del gobernador Sergio Salomón, tras los días convulsos y de duelo por la muerte de Miguel Barbosa, no pudo ser mejor.
Los mensajes de esta semana son claros: la detención de Rodolfo Chávez Escudero es un ‘manotazo’ en la mesa para dejar claro que la política de cero tolerancia a la corrupción continua y que todos aquellos pillos que ya planeaban regresar a la vida pública que mejor regresen a sus madrigueras; mientras que la presencia de Gaby Bonilla y de Olivia Salomón son muestras de que Puebla y el barbosismo siguen presentes en el escenario nacional.
Si los voceros de Mier pensaban que la visita del voraz Adán Augusto el próximo viernes es la “pinche señal” que buscan, que mejor vayan guardando sus matracas.
La ruta sigue siendo la misma, pero con otro capitán por ahora en el timón.
ahora solo falta definir al próximo capitán, mujer u hombre, para el 2024.
No hay más.