Comentar lo que hace alguien por debajo de la mesa como dice una canción popular mexicana, es atrevido, pero hablar desde la trinchera del periodismo suele ser muy peligroso, pues la libertad de expresión en México, hoy más que nunca, puede ser silenciada con la muerte. Ayer por la noche el prestigiado periodista Ciro Gómez Leyva, cuando se dirigía a su casa, fue objeto de una agresión que buscaba acabar con su vida. Con gran fortuna como lo muestran las imágenes que circulan, el blindaje del vehículo en el que circulaba lo protegió y por ello pudo salvaguardarse. Ante tales sucesos, porque no se trata de cualquier líder de opinión, automáticamente la suspicacia, el sentido común y las conjeturas salen a flote. ¿Este atentado es producto de la polarización que se vive en el país; es el resultado del encono de algún grupo político, empresarial o del crimen organizado que no tolera la crítica?
Las respuestas a mi cuestionamiento son innumerables, pues todos los días a través de los diversos medios de comunicación se revelan, se descubren y se da seguimiento a lo que acontece en relación con las afrentas entre operadores del Gobierno federal y quienes se oponen a sus dictados, entre quienes buscan perpetuarse en el poder y aquellos que intentan cuidar el orden democrático y la paz social, entre quienes desean someter la opinión pública y los que alzan la voz en contra del autoritarismo. Sin embargo, decir nombres, suponer tretas, proponer hipótesis cuando se quiere explicar el ataque perpetrado a un periodista, no ayuda mucho cuando las propias autoridades se encargan, en estos casos, de multiplicar los posibles móviles, con el afán, paradójicamente, de reproducir un discurso de eternas dudas. De este modo, los burócratas de la Seguridad acudirán al nebuloso recurso que se utiliza para esclarecer los hechos, que se ha señalado en las noticias y que ha explicado el mismo Gómez Leyva: lo que sufrió fue un “ataque directo”. ¿Qué diablos significa esta frase en un país en el que han muerto cientos de periodistas?
Al elucubrar sobre lo anterior me surge otra frase: la mejor manera de ocultar algo es mostrándolo. En el juego de palabras que este enunciado sugiere, tal vez haya una posibilidad de saber lo que le ha ocurrido al periodista y conductor de televisión. Es decir, para los autores materiales e intelectuales del atentado, es conveniente que se propaguen las imágenes de que fue un “ataque directo”, pues es evidente que la intención de los encapuchados no era asaltarlo o robarle… Hay que tomar en cuenta que vivimos en un Estado para el que es más importante la muestra que el castigo, y aun cuando es inevitable desconfiar en virtud del esclarecimiento total de este lamentable acontecimiento, esperemos como sociedad que se resuelva en favor de la democracia informativa, y de la salud mental y física de quienes se arriesgan a crear opinión y sentido de verdad.
En cosas más banales, deseo que este próximo domingo Messi pueda ser campeón del mundo y en cosas mucho más importantes, que el Plan B del “persistente” de la República, una vez que se ha ratificado en el Senado, pronto veamos su retroceso en la Corte.
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