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Miriam Rodríguez se dedicó durante años a investigar y perseguir a los asesinos de su hija Karen de 20 años de edad, en Texas, con una meticulosa obsesión hasta que consiguió encarcelar a la mitad de ellos.
Miriam se hizo pasar por encuestadora, trabajadora de salud y funcionaria electoral para conseguir los nombres y direcciones. Sabía todo de ellos, conocía sus hábitos, sus amigos, sus ciudades de origen, su niñez.
Durante tres años Rodríguez capturó a casi todos los implicados en el feminicidio de su hija, en total fueron 10 criminales los que logró capturar, uno era cristiano, otra era taxista, otra se dedicaba a la venta de coches y una más era niñera.
En 2017, semas después de haber investigado a uno de sus últimos objetivos fue asesinada a tiros afuera de su casa.
De acuerdo con The New York Times, el caso representa todo lo que está mal en México. La historia relatada a través de artículos, archivos, testigos, entrevistas con pacientes y policías, cambió a San Fernando, sin embargo, después de un tiempo la historia estaba siendo olvidada.
La historia se repitió este año, se llevaron a Luciano Leal Garza, un joven de 14 años, cuyo caso se convirtió en el secuestro por rescate de más alto perfil desde la cruzada de Rodríguez para encontrar a su hija.
Sin embargo, esta vez la lucha era muy distinta, pues sus familiares no querían castigar al poderoso cártel. Solo querían el regreso de Luciano.
“Mire, ella hizo lo que nosotros queremos hacer”, dijo el padre del muchacho, también llamado Luciano al cumplirse el tercer mes de la desaparición de su hijo. “¿Pero cómo terminó Miriam? Muerta. Es el temor de nosotros”, añadió.