Eran mis primeros meses en la fuente de política cuando en plena sesión de la LVIII Legislatura del Congreso del estado un no tan conocido Eric Cotoñeto se agarró a mentadas de madre y retó a golpes desde la tribuna del Pleno a Héctor Alonso Granados.
Ese fue el primero momento en el que conocí a Cotoñeto Carmona, quien ocupaba una curul plurinominal reservada para el PRD gracias a la megacoalición aliancista que llevó al poder al siniestro Rafael Moreno Valle en ya muy lejano 2010.
Desde ese entonces comprendí que Eric Cotoñeto no era un político tradicional y mucho menos ortodoxo.
Y como serlo si sus inicios en la política fueron en lo más bajo del organigrama del Partido de la Revolución Democrática. Cotoñeto es el ejemplo perfecto de la cultura del esfuerzo, pues de ser el velador de la sede del Comité Estatal del Sol Azteca llegó a ser líder estatal y diputado local.
Cierto como lo es, Eric pudo ocupar esos cargos gracias al padrinazgo de Miguel Barbosa, quien vio en aquel modesto velador capacidades para otros encargos y no solo el de abrir puertas y cuidar el edificio que alberga a la fecha la dirigencia del partido amarillo.
Cotoñeto se convirtió en uno de los hombres más cercanos del fallecido Barbosa Huerta a tal grado de ser su padrino de bodas en su primer matrimonio junto con Doña Rosario Orozco.
Si alguien contaba con los afectos y querencias de Miguel Barbosa, ese era Eric Cotoñeto.
El poder enfermó a aquel portero que demostró grandes capacidades de operador electoral y creador de estructuras territoriales.
No solo eso, el poder llevó a Eric Cotoñeto a destruir a su primera familia y hasta a traicionar a su padre adoptivo, a quien el 13 de diciembre del 2022 le lloró en su féretro mientras se fundía en un abrazo con su hijo, Miguel Barbosa Orozco.
Y es que, ni en la muerte de Miguel Barbosa, Cotoñeto pudo respetar su legado y reconocer que traicionó a su mentor y falló a su confianza por enriquecerse de manera ilícita, a través de una estructura enquistada en el gobierno del estado, que era operada por su suegro, para saquear las arcas de diferentes dependencias como Bienestar, SEP y el Instituto Estatal de Educación para Adultos.
Pocos lo saben, pero Eric Cotoñeto, a pesar de su traición, fue perdonado por Miguel Barbosa, quien evitó que este terminara en la cárcel luego de que es su bar en Zacatlán fueran halladas drogas y armas sin licencias.
También existen denuncias presentadas en su contra por actos de corrupción que él y su familia política cometieron en contra del gobierno de Puebla.
Se equivocan todos aquellos que piensan que con la muerte de Miguel Barbosa la tranquilidad llegó para aquellos que cometieron diversos delitos en menoscabo de la administración que hoy encabeza el gobernador Sergio Salomón Céspedes.
Ver con toda tranquilidad a Eric Cotoñeto placearse en los actos anticipados de campaña de Ignacio Mier y de Alejandro Armenta no solo hablan de la corta memoria del experredista, también exhiben que los rencores de este personaje son tan grandes que lo han llevado a pactar con los grandes enemigos del barbosismo.
Cotoñeto traicionó en vida a Miguel Barbosa y hoy lo hace en su muerte.
¿En qué momento Eric perdió la cabeza?
¿Cuándo fue que el hijo adoptivo de Barbosa decidió olvidar todo el apoyo, amistad, consejos y cariño que el exgobernador le entregó durante años?
Y sí, Eric Cotoñeto no pudo encontrar a alguien mejor con quien acomodarse como con Alejandro “El Senador Precioso” Armenta, pues el marinista es también un vulgar traidor y simulador.
La miseria y la adicción al poder los une.
Ni la muerte de Miguel Barbosa hizo recapacitar a Eric Cotoñeto.
La vileza y el odio cambiaron a ese velador al que le cambiaron la vida.
Si, Cotoñeto perdió su esencia.
¿A quién verá reflejado cada vez que voltea al espejo?
Cotoñeto es el rostro de la traición.